Los profesionales de una residencia de la localidad de Xove, en Lugo, se llevaron la sorpresa de sus vidas cuando Rogelia Blanco, una anciana de 85 años residente en ese centro, volvió a sus instalaciones el sábado, 23 de enero, diez días después de que la dieran por muerta e incluso se celebrase su entierro.
Al parecer, un error de identificación fue el causante de que, durante 10 días, Rogelia estuviese muerta para la residencia donde estaba interna habitualmente.
Los hechos ocurrieron en el geriátrico de Os Gozos, en Pereiro de Aguiar, en la provincia de Ourense. El centro se encuentra a 223 kilómetros de Xove, pero está gestionado por la Fundación San Rosendo, la misma que está detrás de la gestión del centro de Xove. Rogelia fue trasladada allí junto a otros diez ancianos el pasado 29 de diciembre, después de dar positivo por Covid-19, ya que el centro de Ourense dispone de una planta adaptada para atender a los enfermos de esta patología.
La Xunta de Galicia acordó realizar este traslado por el brote de Covid-19 que afectaba a la residencia de Xove, y se las llevó mediante ambulancias del servicio adscrito al Hospital de Burela, al que corresponde el centro de mayores de Xove.
Desde la Fundación San Rosendo han explicado que todas estas personas fueron trasladadas a una planta independiente, con entradas y salidas propias, y que está equipada de medios y personal especializado para atender a los ancianos que hayan contraído la enfermedad. De esta forma, los ancianos estaban bien atendidos y se mantenía a los demás, que habían dado negativo, fuera del brote.
La Fundación explica también que «entre las personas mayores trasladadas se encontraban dos mujeres que tenían asignada la misma habitación. Un error de identificación durante el proceso de traslado desde Xove a Pereiro de Aguiar propició que el 13 de enero se certificase el fallecimiento de una de ellas, aunque equivocadamente se le asignó la identidad de su compañera».
Roselia vuelve a la residencia 10 días después de darla por muerta
Este error provocó que el día después se celebrase el funeral de Rogelia, aunque ella todavía estaba en la residencia de Pereiro de Aguiar, y nadie se dio cuenta, porque el protocolo anti-Covid obliga a mantener los ataúdes cerrados, así que la familia no supo que estaba enterrando a otra mujer. De hecho, los familiares no se enteraron de lo sucedido hasta ayer, cuando Rogelia volvió a su residencia habitual de Xove, donde también vive su marido.
La Fundación San Rosendo ha pedido disculpas por este «desafortunado incidente» y ha indicado que ya han procedido a informar a las familias implicadas sobre estos hechos, e incluso ha remitido un escrito a los juzgados de Ourense y Viveiro para iniciar los trámites que puedan corregir este error.
En ese sentido, los responsables han avanzado que ya han «reforzado» las medidas de control y seguimiento de los usuarios tras lo ocurrido, y se ha pedido tranquilidad al resto de familias con familiares ingresados en sus centros: «Este es un hecho puntual, de entre los más de cien trasladados que se han realizado desde el pasado mes de diciembre a Os Gozos», argumentan.
Lo que está claro es que los familiares de Rogelia se habrán llevado una gran alegría al conocer que sigue viva, pero han estado diez días de luto, con todo los problemas psicológicos que eso acarrea ante la muerte de alguien cercano. Además, se desconoce la posición de la familia de la verdadera víctima, la otra anciana que sí que falleció en la residencia de Os Gozos.
Cabe recordar que la mujer fue enterrada hace diez días, sin la presencia de sus familiares, y en un lugar que probablemente no sea el que ella quería para descansar el resto de sus vidas, y la Fundación deberá corregir también todos estos hechos,