La aprobación de la nueva ley de educación ha causado gran controversia entre la población española. Son muchas las personas que no están de acuerdo con la nueva normativa y han decidido compartir públicamente su opinión al respecto. Así ha sucedido con Roberto Chinchilla.
La ley Celáa ha establecido que «el Gobierno, en colaboración con las administraciones educativas, desarrollará un plan para que, en el plazo de diez años[...], los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones al alumnado con discapacidad».
Sin embargo, son muchas las familias y personas que forman parte de este colectivo que no están de acuerdo con esta normativa y esto es precisamente lo que ha querido denunciar públicamente Roberto Chinchilla.
El actor se dio a conocer gracias a su participación en la película más taquillera del 2018, 'Campeones', donde interpretó a Román, uno de los protagonistas del largometraje. «Señora Celaá y Señor Pedro Sánchez: por favor, no cierren los colegios especiales. Allí, tanto mi hermana Sandra como yo nos hemos sentido muy felices».
«Empecé en un colegio de Alcobendas, pero acabé marchándome. Cuando la profesora hacía una pregunta, yo levantaba la mano para responder, pero nunca me hacía caso», lamenta.
A pesar de saber las lecciones, Roberto Chinchilla fue obligado a repetir curso por su condición
Roberto Chinchilla, de 38 años, y su hermana Sandra, de 40, nacieron con el síndrome de Bourneville, una enfermedad genética multi-sistémica poco común que generalmente afecta al sistema nervioso y que causa tumores benignos en algunos órganos.
Los padres del actor estaban muy emocionados con que su hijo empezara el colegio. Sin embargo, esa alegría se fue transformando en molestia a medida que iban descubriendo el trato que recibía el pequeño en la escuela.
«Nos pusimos muy contentos», explica Lola, la madre de Roberto y Sandra, a 'La Razón'. «El primer año me dediqué a comprar todas las cartillas que nos pedían y mi marido y yo nos poníamos con él en casa, cuando salía del colegio, a repasar las letras y los números».
«Se lo sabía todo. No queríamos que nuestro hijo fuera el último de la clase, que lo consideraran el torpe». Su madre había advertido previamente en el centro sobre la condición de su hijo. Pero a pesar de que su hijo se sabía todas las lecciones, la maestra no le permitió pasar de curso. «Como está así, tiene que repetir», le dijo.
Unas palabras que a Lola se le han quedado gravadas en la memoria. «Hoy en día la hubiera denunciado», sentencia con resentimiento.
Roberto hacía atletismo y allí también era discriminado: «el entrenador lo cogía aparte, pese a lo buen deportista que era», lamenta.
Cuando a Lola le comunicaron que en San Sebastián de los Reyes (Madrid) se iba a abrir un colegio de integración no se lo pensó dos veces y corrió a inscribir a su hijo.
En el centro de educación especial todo cambió para ellos. «Empezó a avanzar a pasos increíbles. Estaba en su ambiente, con niños de su nivel. Y, sobre todo, feliz».
«Van a hacer a estos niños desgraciados»
La experiencia personal que ha vivido Lola con sus dos hijos ha sido el principal desencadenante para que no esté de acuerdo con la nueva ley educativa, que pretende integrar a niños con otras capacidades en centros ordinarios. «Van a hacer a estos niños desgraciados», señala.
«Yo invito a Pedro Sánchez y a Isabel Celaá a que vengan a mi casa, ahora que tengo a mi hija Sandra, para que piensen en el trabajo que hacen los profesionales que trabajan en la educación especial».
«Antes de redactar la ley deberían haberse pasado por uno de estos centros, haber convivido con los niños y educadores para que vieran si realmente creen que pueden estar en un centro normalizado».
Un pensamiento que también comparte el actor. «Hice muchos amigos, me enseñaron a respetar a los profesores y aprendí muchas cosas. Los coles especiales se necesitan para que los padres estén tranquilos y los niños, en uno ordinario, no van a rendir».