Un coche a más de 100 kilómetros por hora en un casco urbano, con el conductor drogado y bebido. Esta es la máquina de matar que la madrugada del domingo arrebató tres vidas en Argamasilla de Alba (Ciudad Real).
En el accidente murieron Marta (16 años), Gonzalo (20 años) y Emous (21). La noticia conmocionó a la pequeña localidad manchega, y a toda España. Un dolor que ha ido creciendo a medida que se conocían los detalles del accidente.
A las dos y cuarto de la madrugada, un BMW azul oscuro enfila la calle Encuentros en Argamasilla de Alba, población de 7.000 habitantes. El conductor va bebido y drogado, y acompañado de una joven de 17 años.
Aprieta el acelerador hasta llegar a 140 kilómetros por hora en línea recta. Se va saltando los ceda el paso que encuentra, hasta siete. A mitad de calle, otro vehículo se cruza en su camino y se produce la tragedia.
Dos heridas graves de 18 años
El vehículo kamikaze impacta lateralmente en el Seat que conduce Gonzalo Hilario, y en el que también viajan Emous Novillo, Marta García y dos jóvenes más. El impacto es tan brutal que el coche acaba empotrado contra el muro de una vivienda.
Los tres mueren en el acto. Las otras dos chicas de 18 años que van en el Seat quedan gravemente heridas. Una, con lesiones en el tórax, es enviada al Hospital de Toledo, la otra con lesiones cerebrales, a la UCI del Hospital General de Ciudad Real.
En el coche kamikaze, la copiloto sufre heridas leves mientras que el piloto kamikaze es el único que sale ileso. La policía lo arresta. Está acusado de tres delitos de homicidio por imprudencia grave, dos de lesiones y dos contra la seguridad vial.
El impacto entre los dos coches fue tan salvaje que se escuchó en medio pueblo. Varios vecinos salieron para ayudar a los heridos, pero fue imposible. Los habitantes de Argamasilla no recuerdan nada igual, lo definen como un infierno.
Vecinos del pueblo muy conocidos
Gonzalo Hilario y Emous Novillo eran vecinos del pueblo e hijos de dos familias muy conocidas. Eran buenos amigos. Gonzalo era el portero del Atlético Cervantino, mientras que Emous hacía de delegado y responsable de material.
Marta, la víctima más joven, tenía 16 años y era vecina de Tomelloso. Los tres fueron enterrados ayer en sus respectivas localidades.
El conductor kamikaze es vecino de Cáceres y había ido a visitar a unos familiares. Ahora se encuentra en prisión comunicada y sin fianza. Según fuentes policiales, está en shock y desde el suceso no ha conseguido articular palabra.
Una fiesta de cumpleaños
Gonzalo, Emous y Marta habían estado celebrando el cumpleaños de un amigo en un lugar cercano al del accidente. Ellos y las dos chicas heridas fueron a buscar unas pizzas a un local abierto 24 horas. A la vuelta tuvieron el accidente.
En el lugar de la fiesta les esperaban la hermana menor de Gonzalo, la hermana mayor de Emous, y una prima de Marta. Fueron hasta el lugar del accidente, donde incluso trataron de asistir a los heridos. Pero el coche estaba destrozado y las puertas no se abrían.
Aquella noche, Argamasilla de Alba no durmió. La noticia se extendió rápidamente por el pueblo despertando a los vecinos. Una ex compañera de clase asegura que quería volverse a dormir para que todo fuera una pesadilla, pero no lo consiguió.
Muestras de dolor
Todo el pueblo se congregó ayer para despedir a los dos amigos, Gonzalo y Emous. Mientras, Tordesilla despedía a su joven vecina. No faltaron las cámaras de televisión, y en las calles del pueblo no se habla de otra cosa.
El Atlético Cervantino, el club donde jugaban y participaban los jóvenes, también está de luto. Todos recuerdan a Gonzalo como un magnífico jugador. Emous era un chico deportista, que había hecho atletismo y ahora se había aficionado al ciclismo.
Sus amigos descartan que Gonzalo fuera bebido en el momento del accidente. Dicen que por su condición de deportista apenas bebía alcohol.
En el lugar del suceso yace ahora un altar con velas, flores y fotos de los fallecidos. Por allí van desfilando vecinos del pueblo y jóvenes, con lágrimas en los ojos. El dolor tiñe las calles de esta localidad que aún no se acaba de creer lo sucedido.