De nada sirvió la petición unánime del Congreso al presidente del Gobierno para que busque un plan alternativo al estado de alarma, y Moncloa ya ha empezado las negociaciones para una quinta prórroga empezando por Ciudadanos, la formación que ahora mismo está en mejor disposición para seguir avalando la estrategia de Sánchez.
Una estrategia que pasa por conseguir tres prórrogas más y alargar el estado de alarma hasta junio para mantener hasta donde sea posible la centralización de toma de medidas, el famoso mando único. Pero en la última votación el Gobierno ya percibió su soledad y la necesidad de ampliar los apoyos parlamentarios con más diálogo.
Por eso, esta vez el Gobierno ha empezado las negociaciones mucho antes y lo ha hecho empezando por Ciudadanos. Con ERC instalado en el «no» y una división palpable entre sus filas, el ejecutivo prefiere ahora seducir a la formación naranja después del volantazo que ha dado Inés Arrimadas a la estrategia del partido.
Según fuentes de la Moncloa, esta semana se reanudarán los contactos entre Gobierno y Ciudadanos, con hilo directo entre Sánchez y Arrimadas, pero también con una fluida relación de miembros del ejecutivo con el vicesecretario general, Carlos Cuadrado, y su adjunto, José María Espejo-Saavedra, que cerraron el pacto la semana pasada.
Lejos de amedrentarse con la fuga de insignes militantes como Juan Carlos Girauta, Arrimadas se mantiene en la estrategia de hacer de Ciudadanos un partido útil y es partidaria de aprobar una nueva prórroga si la situación de la epidemia lo exige y bajo algunas condiciones.
Conscientes de que sí es vital para Sánchez y satisfechos por haber asegurado la prórroga de los ERTE en la última votación, la líder del partido naranja pedirá ahora al Gobierno más colaboración con las comunidades autónomas, menos privilegios para el PNV, y ampliar el uso generalizado de mascarillas para garantizar una mayor seguridad en el desconfinamiento.
Mientras Ciudadanos busca sacar todo el rédito posible a sus diez diputados, el Gobierno inicia una nueva etapa de su gestión de la crisis en la que por fuerza tendrá que contar con la opinión de otras formaciones, y de las comunidades autónomas.
Hasta ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez ha podido justificar la unilateralidad por la extrema gravedad de las circunstancias y amparado en el estado de alarma. Este mecanismo le permite asegurar las medidas de desescalada sin muchos apuros, pero ya no es suficiente para tomar nuevas decisiones en un momento tan delicado como el actual.
Y es que en Moncloa son conscientes del riesgo que implican las nuevas medidas y que si no se logran consensuar el Gobierno quedaría como el único culpable ante un nuevo brote de contagios que obligue a dar pasos atrás. Por eso el diálogo es la prioridad, pero dentro del estado de alarma, que pretenden alargar, como mínimo, tres prórrogas más (seis semanas).
El Gobierno ya avisó en el último debate para la aprobación de la cuarta prórroga que el estado de alarma es la única herramienta para evitar un repunte de lo contagios y los fallecidos, y fija el horizonte en tres prórrogas más, hasta el 21 de junio.