«Estado de alarma o caos». Esta es la disyuntiva con la que el Gobierno de Pedro Sánchez pretende presionar al Partido Popular para que vote afirmativamente a la prórroga del estado de alarma que se votará este miércoles en el Congreso de los Diputados y que con el «no» de ERC va camino del naufragio salvo cambio de rumbo de última hora de Pablo Casado.
Se confirma así el escenario que se venía dibujando estos últimos días. El alejamiento de los socios de Gobierno deja la estrategia de Pedro Sánchezen manos de los populares, cuyo líder confirmó ayer que no avalarán una nueva prórroga del estado de alarma necesario para que el ejecutivo, cada vez más solo, siga llevando adelante sus propuestas.
Y es que tras el fracaso de la propuesta de una gran coalición, que el Partido Popular forzó a reducir a una mera comisión parlamentaria, la estrategia del Gobierno pasa ahora por conseguir los apoyos necesarios para ir aprobando las sucesivas prórrogas del estado de alarma que sirva de marco para desarrollar sus medidas políticas.
Pero la foto de la insólita unidad política lograda por el consenso de la responsabilidad ante la crisis a finales de marzo, en plena cresta de la ola de contagios y fallecidos en España, es ya solo un espejismo ante el progresivo distanciamiento de los socios de gobierno, que le reprochan a Sánchez la unilateralidad, y el giro definitivo de Pablo Casado ante las presiones de sus barones.
La situación a fecha de hoy deja en manos del PP o del PNV la aprobación de la prórroga del estado de alarma, sin la cual el Gobierno tendrá que cambiar de arriba abajo su estrategia para afrontar las semanas que vienen en la gestión de la crisis en plena fase de desescalada.
Por eso, estas horas que vienen serán decisivas para definir el futuro inmediato del país. En pleno recrudecimiento del tono del PP, que acusa a Sánchez de ineptitud y unilateralidad, el Gobierno quiere lanzar un ultimátum a los populares apelando a la responsabilidad que se le supone a la posición institucional del primer partido de la oposición y que ahora le ha servido para conseguir sus apoyos hasta en tres ocasiones.
De hecho, la aritmética dice que Pedro Sánchez puede salvar la prórroga con mayoría simple, pero de facto los votos negativos de ERC, Ciudadanos y PP dejarían al Gobierno en una situación de extrema debilidad en el momento más delicado en el que se tendrán que empezar a tomar decisiones cada vez más difíciles e impopulares.
Los apoyos del Gobierno a día de hoy, sumando a los 155 del PSOE y Podemos los votos de Más País, Compromís, Nueva Canaria, Teruel Existe, PRC y BNG, dan un total de 162. El Gobierno necesitaría entonces los diez votos de Ciudadanos y los seis del PNV para llegar a los 178 «síes», aunque aún quedaría lejos de los 321 que consiguió en marzo.
Una vía para la aprobación de la prórroga pasa por conseguir la abstención de los populares, pero eso no evitaría la imagen de la pérdida de apoyos. Por otro lado, si el PP y Ciudadanos votan en contra, la prórroga no podría seguir adelante y las únicas opciones del Gobierno pasan porque PNV y Ciudadanos voten a favor, o que el PP vote a favor o se abstenga.