Tras el hallazgo del cadáver de Olivia, la niña de 6 años secuestrada por su padre en Tenerife, la investigación ha tomado otro rumbo. La prioridad ahora es encontrar el cuerpo de Anna, su hermana de 1 año, y el de Tomás, el padre de ambas. Aunque en ambos casos cada vez hay menos esperanzas de que eso ocurra.
La Guardia Civil cree que el cuerpo de Anna fue lastrado dentro de una bolsa junto a la de su hermana Olivia. El problema es que esa bolsa se encontró vacía, y creen que el cuerpo de la niña podría haberse salido durante la inmersión.
De ser así, el cuerpo habría estado a merced de las corrientes y de los animales marinos, por lo que encontrarlo sería todavía más complicado. Aun así, los investigadores hacen todo lo posible para encontrarlo para poder entregárselo a Beatriz.
Que la madre de las niñas pueda enterrarlas es ahora el mayor deseo de todos los que trabajan en las labores de búsqueda. Pero hay más, y es que también quieren encontrar el cadáver de Tomás para cerrar la investigación.
No encontrar el cuerpo del padre significaría, por una parte, tener el caso abierto indefinidamente. Y por otro lado, significaría que todavía habría posibilidades, aunque fuesen mínimas, de que estuviese vivo.
La jueza que lleva el caso sigue creyendo que Tomás se suicidó después de deshacerse de los cuerpos de sus dos hijas en el mar. Creen que habría usado el cinturón de plomo para lastrarse, aunque podría haberlo hecho alejado de donde tiró los cuerpos.
Pero, según ha explicado el periodista Nacho Abad, se está empezando a contemplar la posibilidad de que Tomás no se suicidase. Antes de encontrar el cuerpo de Olivia, se dictó una orden internacional de búsqueda para Tomás por sustracción de menores. Una vez apareció el cadáver, esa orden se retiró y se dictó otra orden internacional de búsqueda por doble asesinato.
Esto significa que la jueza todavía cree que hay posibilidades, aunque sean pocas, de que Tomás huyese tras matar a las niñas. Ante esta situación, no ha levantado esa orden de búsqueda. El periodista explica que ahora la prioridad es encontrar los cuerpos «por la tranquilidad espiritual de Beatriz».
La prioridad ahora es encontrar los cuerpos
El problema de este caso es que tiene una complejidad muy grande por cómo se han sucedido los hechos. La zona donde Tomás arrojó los cuerpos de las niñas no es una llanura oceánica, sino una zona con terreno muy irregular. Esto hace que sea muy difícil localizar los cuerpos.
Además, el sónar hace rebotar las ondas en superficies duras, como las rocas, pero un cuerpo humano está hecho de agua en un 70%. «Eres como un fantasma dentro del agua con esa máquina», explica el periodista.
La esperanza que tienen los investigadores para encontrar el cuerpo de Anna es el robot subacuático. Si consiguen que cuando esté abajo no remueva el barro, tendrá mejor visibilidad para dar con él. Pero eso solo servirá si el cuerpo está, efectivamente, en la misma zona.
Como la bolsa donde Tomás habría metido a Anna se rasgó, su cadáver se salió y es prácticamente imposible averiguar exactamente dónde está.
Si hubo suerte, el cuerpo podría seguir atrapado por la zona entre las rocas, pero después de un mes y medio desde su desaparición, los expertos lo ven poco probable.
En el caso de Tomás, la situación es todavía más complicada porque creen que, si se suicidó, no lo hizo en el mismo sitio. Nacho Abad ha explicado que es probable que se arrojase a «10 km de distancia» desde donde tiró a sus hijas.
Si su intención era hacer el máximo daño posible a Beatriz, la madre de las niñas, se habría lastrado lejos para dificultar su hallazgo. «Tirándose a 10 kilómetros de distancia va a perpetuar el dolor haciendo que se crea que está fugado y libre», expone el periodista.
Por si acaso, la jueza no descarta la posibilidad de la huida hasta que se encuentre su cadáver. Esto implicaría que Tomás podría seguir en busca y captura durante años, incluso décadas.