El crimen de Miriam Vallejo Pulido, ocurrido el 16 de enero de 2019, va camino de ser uno de los más enrevesados de la crónica negra española. Tres años después, el principal sospechoso sigue en la calle y la investigación sigue abierta. De hecho, el caso acaba de dar un giro con la aparición de un nuevo sospechoso.
Según avanza el diario ABC, la juez de instrucción ha ordenado tomar declaración en calidad de investigado a un varón llamado Alberto. Hay sospechas fundadas de que este sujeto, del que no han trascendido más datos, podría estar implicado. Aun así, el principal sospechoso del crimen sigue siendo Sergio.
Míriam Vallejo, una joven de 25 años conocida como ‘Mimi’, recibió 89 puñaladas. Desde el principio, los focos se centraron en Sergio, compañero de piso de la víctima y pareja de su mejor amiga, Celia. Pero nunca se pudo demostrar su autoría, y además, siempre ha estado abierta la posibilidad de que hubiera más implicados.
Así mataron a 'Mimi'
La magistrada ha solicitado la toma de muestras de ADN del nuevo imputado, Alberto, para cotejarlas con los restos biológicos analizados durante el proceso. La investigación reveló que había restos genéticos de Sergio en el cuerpo de la víctima. Pero la defensa argumentó que podía ser porque él y la víctima hacían la colada juntos.
Sergio fue detenido en agosto de 2019, siete meses después de la muerte de Mimi. Aunque a ojos de la justicia no se ha podido probar, la policía sigue manteniendo que es el autor de la muerte de la joven. Sergio, de 31 años, Celia, de 29, y Mimi, de 25, vivían juntos en un piso alquilado en Villanueva de la Torre (Guadalajara).
La noche de los hechos, Míriam salió a pasear a sus cuatro perros a un descampado de Meco, colindante con la vivienda. Allí fue atacada y acuchillada hasta 89 veces. Las primeras puñaladas, efectuadas por la espalda, fueron las que le provocaron la muerte.
Nuevo impulso al caso
Una pareja que paseaba por allí encontró a la chica malherida, con un hilo de vida y junto a sus perros. La policía abrió una investigación que no tardó en llevar hasta Sergio. Creían que la prueba de ADN sería definitiva para incriminarle, pero la magistrada dio por buena la argumentación de la defensa y quedó en libertad en diciembre de 2019.
El caso lleva tres años estancado, y la acusación particular y la Fiscalía han dado un paso al frente para desbloquearlo. Este mismo año han pedido nuevos informes a un perito y a los forenses para definir mejor el perfil del atacante. Tratan de acotar la trayectoria de las cuchilladas para ajustar la altura del atacante.
Intentan también establecer si hubo uno o más agresores y el número de armas utilizadas en el ataque. La magistrada aceptó las solicitudes. Las nuevas pruebas permiten dar un nuevo impulso al caso para cercar al asesino e imputar a otros implicados, si los hubiera.
Ampliación de la autopsia
Las pruebas demostraron que el ADN hallado en la etiqueta posterior de la parte superior del chándal de Mimi coincide más de 80% con el de Sergio. Eso llevaría a concluir que el sospechoso agarró por detrás a Míriam durante el ataque. Además, la juez ordenó una ampliación de la autopsia realizada el pasado mes de enero.
Según el informe, quiere saber “el orden secuencial de la agresión” basándose en la “disposición, trayectoria e intensidad de las heridas”. Hay que recordar que el arma del crimen nunca apareció. Sergio siempre ha defendido su inocencia, alegando que estaba en casa jugando a la PlayStation y hablando por teléfono con su hermano.
Después de todos estos meses de investigación, la juez de instrucción admitió la posibilidad de otras personas implicadas en el caso. En concreto, determinó la necesidad de una prueba sólida (de ADN o una confesión) para poder cerrar la instrucción y sentar al acusado en el banquillo. Sin embargo, el caso es más complicado de lo que parecía.
La débil coartada de Sergio
Los investigadores calculan que Miriam recibió 89 puñaladas entre las 20.40 y las 20.50 del 16 de enero de 2019. Sergio, el principal sospechoso, asegura que estaba en casa, apenas unos centenares de metros de allí. Según dijo, estuvo jugando a la videoconsola en la modalidad ‘online’.
Los investigadores comprobaron que la videoconsola estaba conectada, aunque no se aprecia actividad. Además, el modelo que utilizaba parece no tener la función de juego ‘online’. Una coartada de apenas diez minutos que le valió para librarse de la cárcel.
La instrucción tuvo que ser prorrogada otros seis meses, pasando a ser calificada según la Ley de Enjuiciamiento Criminal como causa compleja. Sin la aportación de nuevos indicios, existía el riesgo de que el caso quedara sobreseído. Este nuevo giro permite mantenerlo abierto y estrechar el cerco sobre los sospechosos.