La noche del pasado 19 de agosto, una joven promesa del boxeo llamado Gabriel Kraus murió apuñalado en el barrio de Prosperidad, Madrid. Tenía 20 años y era de origen brasileño, aunque llevaba toda la vida viviendo en España. Es el octavo apuñalamiento grave en solo dos meses en la comunidad de Madrid.
Todos los días, este joven boxeador solía recorrer unos 15 kilómetros además de pasarse varias horas en el gimnasio. La noche de los hechos sentía las piernas cansadas, y le dijo a su padre Gilmar que se iba a la fiesta de un amigo en Prosperidad. Poco podía pensar que sería la última vez que vería a su hijo con vida.
Además de ser padre e hijo, Gilmar era el entrenador personal de Gabriel. Habría sido boxeador profesional durante muchos años, y emigró a España hace dos décadas para dedicarse al sector inmobiliario. Aquella noche recibió la llamada de otro entrenador de Gabriel, preguntándole por el chico.
"En cuanto colgué llamé a mi hijo, cinco veces, no respondió", explica en declaraciones a El País. La siguiente llamada que recibió desde el móvil del chico la hizo la policía, preguntándole si estaba en casa. Gilmar bajó al portal "confiando en que me dijeran que estaba en el hospital por un accidente".
Mientras esperaba impaciente la llegada de la policía llamó a su amigo, el entrenador. Fue entonces cuando este, entre sollozos, le dio la peor de las noticias: "Gilmar, estoy viendo en redes que Gabriel ha muerto". Minutos después, los agentes le confirmaron la muerte del chico en un trágico suceso.
Víctima de una banda de pandilleros
Roto y descompuesto, Gilmar llamó a Brasil para darle la noticia a su mujer, la madre de Gabriel. Marla Kihs se desmayó al escuchar que su hijo había perdido la vida en España. Horas después puso rumbo hacia Madrid desde Porto Alegre para ver a Gabriel dentro de un ataúd "frío, con los labios hinchados".
Gabirle Kraus había dedicado su corta vida al boxeo y había llegado a representar a España en algún campeonato internacional. Tenía la nacionalidad española y estaba planeando su salto a Estados Unidos. La misma noche en la que lo asesinaron disputó su última pelea en el ring.
Gabriel y sus amigos se encontraban en una casa de fiesta y decidieron salir a la puerta que daba al exterior. Estaban charlando tranquilamente cuando se les acercaron unos desconocidos, entre tres y cuatro. Tuvieron un encontronazo que no fue a más, y estos abandonaron el lugar.
Un rato después, esos mismos chicos llamaron a la puerta pero ya no eran tres o cuatro, sino una decena. Según los testigos, profirieron un código habitual entre bandas juveniles, pero Gabriel les ignoró y ellos lo consideraron una ofensa. Eso desató una pelea que acabó con el chico rodeado de pandilleros.
Se defendió hasta el último instante
Gabriel se defendió como pudo y utilizó todo lo aprendido a lo largo de estos años en el ring de boxeo. Pero no fue suficiente, pues sus agresores eran muchos más. Su cadáver presentaba numerosos cortes en los antebrazos, señal inequívoca de que el joven luchó hasta el último instante por su vida.
Los pandilleros lograron alcanzar su pecho y su abdomen con los cuchillos antes de huir a la carrera. El chico, malherido, logró entrar en casa por su propio pie pero ahí se desplomó. Cuando llegaron los equipos de emergencia solo pudieron certificar su muerte.
La policía dio con el arma del crimen, un cuchillo ensangrentado que los agresores habían hundido en el cuerpo de la víctima. Tomaron declaración a los testigos y abrieron una investigación para esclarecer los hechos. Han revisado las cámaras de seguridad, pero no han conseguido identificar a los responsables.
Pasados los días, el padre de Gabriel ha querido visitar en persona el lugar donde murió su hijo. Es un apartamento turístico que los padres de su amigo habían alquilado para celebrar la fiesta. Ahora, los familiares de Gabriel piden justicia y que los culpables paguen por lo que hicieron.
El sueño de Gabriel antes de morir
Vinicius llora desconsolado la muerte de su hermano Gabriel, mirando hacia su cama vacía a diez centímetros de la suya. Él y sus padres visten ahora una camiseta con la foto del joven y una frase: "Justicia para Gabriel".
Los cuatro se trasladaron a Madrid hace dos décadas en busca de una vida mejor. Gilmar y Marla querían que sus hijos estuvieran más seguros y tuvieran más libertad que en Brasil. Ella no llevó bien el cambio y volvió a Porto Alegra, mientras que el padre y los dos niños se quedaron en España.
Gabriel y Vinicius se adaptaron bien e hicieron amigos muy pronto. El prestigioso entrenador José Valenciano vio las habilidades de Gabriel y lo fichó sin dudarlo. Ahora, muchos años después, su padre muestra orgulloso pero roto de dolor las fotos de su hijo boxeando en el móvil.
La última vez que Gabriel habló con su madre fue para hablar con su abuela, de 83 años. Le dijo que la echaba de menos y que sentía nostalgia de Brasil, ya que llevaba cinco años sin ir. Además, el chico tenía un sueño más allá del cuadrilátero, y es que quería ser periodista deportivo.
El octavo apuñalado en dos meses
Gabriel es el octavo apuñalado grave en Madrid en los últimos dos meses. El verano arrancó con una pelea entre bandas juveniles que dejó a cinco heridos menores de 21 años. A mediados de julio, tres miembros de los Dominican Don't Play fueron detenidos por un apuñalamiento en Chueca.
Dos semanas después, siete personas fueron detenidas por un ataque con machetes a un miembro de los Latin King, en La Latina. Y a mediados de agosto, dos chicos de 20 años fueron heridos en una agresión con arma blanca en el mismo barrio. En Ciudad Lineal hubo un ataque similar pocos días antes.
El caso más conocido es el de la muerte de Isaac López, el rapero asesinado a puñaladas en un túnel de Pacífico. Sucedió a principios de agosto, cuando este joven de 18 fue perseguido y abatido por al menos cuatro individuos. Aquellos días, otro joven de 22 años fue atacado con un cuchillo en Alcalá de Henares.