No son pocas las voces en el Partido Popular que, por ahora de forma interna, han comenzando a tambalear la silla del presidente del partido, Pablo Casado. El actual líder de la formación conservadora accedió al cargo en verano de 2018, tras la moción de censura que despojó a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno y que le llevó a dimitir del liderazgo del PP y a abandonar la política. Un congreso con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal como rivales elevó a Pablo Casado a la presidencia del Partido Popular.
Un liderazgo inestable de Pablo Casado
Pero en más de dos años y medio, lo cierto es que Pablo Casado no ha terminado de afianzar su liderazgo en el PP. El estancamiento electoral de 2019, que dejó al PP en los 89 diputados obtenidos en las elecciones de noviembre de aquel año, ha marcado un punto de inflexión que deja a Casado con una tendencia claramente a la baja por lo que a popularidad y valoración se refiere entre sus votantes. Y es que el proyecto del presidente del PP no parece convencer ni dentro ni fuera del partido. Si externamente los populares asisten impasibles al crecimiento de Vox y confían cada vez menos en el proyecto defendido por Casado, internamente tampoco gusta el talante de su presidencia.
Colocar a su círculo de confianza en cargos clave del partido o situar líderes regionales de su cuerda no ha servido para que, cerca de tres años después, el liderazgo de Pablo Casado sea indiscutible. Y eso se traduce en que cualquier mando con cierta relevancia pública se proyecte, a mediano o largo plazo, como posible recambio en la presidencia del partido. De entre ellos destacan dos nombres, prácticamente desconocidos hace dos años, pero que Casado situó al frente de sus respectivos equipos al tratarse de personas de su confianza y que, ahora, han adquirido incluso más perfil que el propio Casado.
Se tracta del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Ambos han tenido un destacado protagonismo a lo largo del último año, en plena gestión por la crisis sanitaria. Díaz Ayuso no ha estado exenta de polémica en buena parte de sus decisiones y ha sido criticada por, en algunos casos, sus reticencias a tomar las medidas sanitaris exigidas por los expertos. Pero la preocupación del gobierno madrileño por las consecuencias económicas de los cierres han dotado a Ayuso de perfil propio en la toma de decisiones y le han supuesto el apoyo sectores empresariales y comerciales.
Por su parte, José Luis Martínez-Almeida también salió beneficiado por el liderazgo desde el Ayuntamiento de Madrid en la primera parte de la pandemia. Su perfil, más moderado que el de Isabel Díaz Ayuso y más comedido en las formas, también ha sido ampliamente elogiado en los últimos meses y las encuestas publicadas hasta el momento así lo reflejan: Almeida repetiría en la alcaldía de Madrid con cierta comodidad.
Almeida y Ayuso, ¿el futuro del PP?
Dos perfiles que en cierta forma incomodan a Pablo Casado, si bien es cierto que la ambición de Isabel Díaz Ayuso es el principal temor, por ahora, del presidente del Partido Popular. En los próximos meses debe producirse un primer envite que podría ser clave, en un u otro sentido, para la comodidad de Pablo Casado y para que no le surja oposición interna en su formación: el congreso regional del PP en Madrid para renovar su presidencia, ahora en manos, de forma interina, de quien fuera presidente del Senado (2011-2019), Pío García-Escudero. Génova sigue muy de cerca la renovación regional del PP madrileño, donde podrían enfrentarse el alcalde y la presidenta de la Comunidad.
Casado teme a Díaz Ayuso: si se hiciera con la presidencia del PP de Madrid, el gran temor es que su visibilidad e influencia en el partido augmente de forma importante y que su trayectoria, directamente proporcional a la inestabilidad de Pablo Casado, pueda ir 'in crescendo'. La cúpula popular no quiere que Díaz Ayuso se convierta en la gran antagonista de Casado en el partido, como ya ocurrió de forma paralela hace una década, con Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy. Para evitar los contrapoderes internos, la dirección nacional del partido trata de postergar al máximo la celebración del congreso regional, que podría situarse entre finales de este año y principios del próximo.
La cúpula estatal del PP podría optar, en caso de que Ayuso diera el paso, por incentivar a Martínez-Almeida a plantarle cara. El alcalde de Madrid, de perfil y talante más moderado, es visto con mejores ojos des de Génova por el mero hecho que es mucho más difícil que se erija como contrapoder de Pablo Casado. A largo plazo, si triunfara esta opción, Almeida podría terminar siendo el sustituto natural del actual presidente popular. Parece, pues, que el futuro del PP comienza a debatirse en Madrid y que la cúpula nacional, para nada ajena a la importancia del debate, empieza a hacer movimientos para proteger el liderazgo de Casado.