Podemos está en caída libre y el batacazo electoral en Galicia y el País Vasco van a precipitar muchas de las decisiones que ya flotaban en el ambiente. El presidente Pedro Sánchez sigue confiando en Pablo Iglesias, pero el pésimo resultado en las elecciones del 12-J aumenta la presión para que cambie el rumbo del Gobierno.
Las elecciones de este fin de semana borran a Podemos del mapa en Galicia y le dejan en la irrelevancia en el País Vasco. Esto confirma la progresiva pérdida de apoyo de la formación morada, dentro de la cual ya empiezan a salir voces crítica que piden a Iglesias un cambio.
Mientras Podemos afronta su reestructuración interna, en el PSOE crece la inquietud por ver cómo afectará esto al Gobierno de coalición. Los socialistas han ganado un escaño en Galicia y otro en el País Vasco, pero los barones están incómodos con la victoria de los nacionalistas y varios ministros preparan una ofensiva para debilitar a Podemos.
Por ahora, la consigna es asumir los malos resultados y cerrar filas en torno a la coalición. Sin embargo, el entorno de Sánchez es consciente de que septiembre será un mes clave y que en esta situación el Gobierno no podrá aguantar la tormenta de la crisis que se avecina. Por eso tienen claro que hay que hacer retoques en el Gobierno y cambiar los equilibrios.
Entre el sector técnico liderado por José Luis Escrivá y Nadia Calviño crece la molestia por el comportamiento de Podemos, a los que «solo les interesa el tuit». Su idea pasa por reducir los ministerios y moderar el peso de Iglesias en el Gobierno.
Por su parte, la derrota electoral a sacudido las filas del mismo Podemos. Pesos pesados como Juan Carlos Monedero y Ramón Espinar critican la falta de construcción y el autoritarismo de la dirección. Iglesias se limita a aguantar los golpes mientras sigue confiando en Pedro Sánchez. Ambos creen que si el PP no se abre a pactar los presupuestos, la coalición resistirá.
Para Podemos, el acercamiento puntual de Ciudadanos al PSOE es aceptable porque puede ser vendido como un apoyo coyuntural en una situación excepcional, pero la inclusión del PP obligaría a revisar los pactos de legislatura y modificar la posición de Iglesias.
Ministros en la cuerda floja
El fiasco en Galicia debilita mucho a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que había respaldado al candidato Antón Gómez-Reino. Allí, la caída de Podemos ha servido al BNG para experimentar una sustancial subida de los apoyos electorales.
Este panorama podría precipitar algunos cambios que Sánchez lleva tiempo barajando. El primero consistiría en quitar la portavocía a María Jesús Montero, que ahora empieza a ser cuestionada incluso por su trabajo en Hacienda. Con ella, otros ministros con peso peso en el PSOE podrían ser sacrificados en el marco de una reducción del gasto público.
La clave es saber qué pasará con los cinco ministros de Podemos: Alberto Garzón, Manuel Castells, Yolanda Díaz, Irene Montero y Pablo Iglesias. El más débil ahora mismo es Alberto Garzón, aunque sigue gozando de de cierto peso dentro de Izquierda Unida. El otro ministro prescindible es Manuel Castells, el acólito de Ada Colau.
En algunos agentes sociales y del mundo empresarial ven los resultados del 12-J como un aval a sus posiciones contrarias al Gobierno de coalición actual. Además, en algunos ambientes del PP empieza ya a circular la idea sobre un adelanto electoral en 2021, una opción que el propio Pablo Casado tiene sobre la mesa.
El futuro del Gobierno pasa por el pacto entre Sánchez e Iglesias, que de momento parece intocable. Sin embargo, el cansancio de algunos ministros esperanzados con ver un Ejecutivo más ordenado y con un Podemos residual puede acabar con forzar la decisión de un cambio de Gobierno cada vez menos ineludible para Pedro Sánchez.