En nuestra sociedad está extendida cierta 'fiebrefobia', que puede que durante esta pandemia de COVID-19 esté en parte justificada. Durante estos días hay que estar atentos si el termómetro rebasa los 37 grados centígrados. Te contamos el porqué.
Así, la fiebre no es mala, sino un síntoma de que nuestro cuerpo ha activado su sistema inmune para defendernos de virus o de bacterias que lo están atacando. Cuando tenemos una infección el cuerpo produce más calor (fiebre) para que nuestras defensas luchen contra ella. Por tanto, la fiebre de forma aislada no es una enfermedad, sino una respuesta de nuestro cuerpo ante una infección u otra patología de mayor o menor trascendencia; es una defensa natural de nuestro organismo.
«Cuando un virus o bacteria logra penetrar las barreras físicas de nuestro cuerpo, éste lo que hace es aumentar la temperatura, con el fin de activar nuestro sistema inmune y lograr la destrucción de esos gérmenes perjudiciales. No obstante, debemos saber que las causas de aparición de la fiebre son muy variables y es función del médico estudiar su origen», advierte la doctora Beatriz Torres.
En una entrevista con Infosalus, la miembro del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) concreta que la temperatura corporal normal varía de una persona a otra, incluso cambia a lo largo del día; es decir, que sigue un ritmo circadiano. «Existen momentos donde la temperatura será ligeramente más elevada, un aumento que suele aparecer entre las 16.00 y las 20.00 horas, para posteriormente descender hasta aproximadamente las 6.00 horas», aclara.
La doctora Torres sostiene además que «es difícil» precisar el límite considerado normal para la temperatura corporal, y clásicamente, el límite fijado son los 37ºC medidos en la región axilar. A partir de ese límite es cuando consideramos que aparece la febrícula.
Así, y durante esta pandemia de Covid-19 hay que estar atento desde el momento en el que suba la temperatura más allá de los 37 ºC. «Los parámetros no han cambiado, hablamos de febrícula cuando la temperatura corporal se encuentra entre 37ºC y 37,8ºC, una elevación de la temperatura superior a 37,8º se define como fiebre», marca la miembro de la SEMG.
Debido a la situación que estamos viviendo subraya también que se han extremado las precauciones y los médicos son «menos laxos» con los límites de la normalidad en la fiebre, «con el objetivo final de detectar enfermos de coronavirus de la manera más precoz posible, para así evitar contagios y conseguir frenar su transmisibilidad».
Ante la presencia de síntomas que pudieran tratarse de enfermedad por coronavirus, como es la fiebre, se debe contactar dentro de las primeras 24 horas con los teléfonos habilitados en cada CCAA o bien, si es posible, directamente con su médico de familia, según indica la médico general y de familia.
A su vez, advierte de que lo más adecuado es aislarse dentro del domicilio, sin tener contacto con el resto de convivientes, comenzar con el tratamiento de la fiebre, y observar cómo evoluciona o si aparecen síntomas nuevos. «El profesional que le atenderá en el teléfono Covid procederá a explicarle las medidas de aislamiento a seguir, estudiará cada caso de manera individualizada y valorará la presencia de síntomas de gravedad. En la mayoría de los casos, los cuadros clínicos son muy precoces y se procede a programar un seguimiento con el fin de ver la evolución del paciente», remarca la doctora Torres.
Tomar la tempratura
En el caso de los adultos, la experta menciona que existen múltiples métodos para la toma de temperatura, siendo lo más estandarizado la medición axilar. Mientras, en el caso de los niños, dice que la mejor forma de medir la temperatura es la axilar, aunque según su edad puede resultar una tarea compleja, según reconoce la miembro del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la SEMG.
«Se ha extendido el uso de otros termómetros que miden la temperatura en el oído (termómetros timpánicos) o mediante bluetooth en la frente, siendo estos menos exactos que los previos, pues miden directamente la energía radiante emitida y mediante diversas técnicas lo correlacionan con la temperatura corporal, por tanto a pesar de ser más cómodas son menos fiables. La temperatura registrada en boca y en el recto suelen ser 0,4ºC mayores que la axilar», agrega.
Para tratar la fiebre, Torres resalta que el paracetamol es un «excelente antipirético», es decir, un fármaco que reduce la fiebre, además de tener un efecto sobre el control del dolor, si bien apunta que éste carece de efecto antiinflamatorio. «No solo en la infección por coronavirus, el paracetamol es el primer fármaco que debe utilizarse para el control de la temperatura corporal y debemos hacerlo con la menor dosis capaz de controlar los síntomas», según señala.
A su vez, recuerda que al inicio de la pandemia saltaron alertas sobre la posibilidad de que algunos fármacos, como fue el caso del ibuprofeno, perteneciente a la familia de los antiinflamatorios no esteroideos, pudieran interferir en la resolución de la enfermedad. «Rápidamente la Agencia Española del Medicamento desmintió la alerta y en los casos en los que sea necesario, se sigue utilizando este tipo de medicamento», indica.
Igualmente, mantiene que es única la manera en la que cada enfermo vive un síntoma, como es el caso de la fiebre. «Al igual que ante un dolor, dos personas lo toleran de forma muy distinta, ocurre con el aumento de la temperatura corporal. Por tanto, no siempre debemos recurrir a la toma de fármacos para bajar la temperatura. De hecho, hay que recordar que se trata de una defensa natural del organismo. Aparte de los medicamentos, debemos conocer que hay disponibles medios físicos, como las duchas frías o aligerar la ropa, que son efectivos para bajar la fiebre», según concreta.
En la mayoría de los casos, la fiebre suele causar un malestar general, pero por sí sola no es un dato de gravedad. Como regla general, Torres dice que se debe comenzar a tratar la fiebre por encima de los 38ºC, especialmente en el caso de personas con otras enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal o cardiaca.
Finalmente, la doctora Torres hace hincapié en que, para frenar los contagios de COVID-19, se debe realizar un «aislamiento riguroso» dentro del domicilio ante la aparición de síntomas compatible con el coronavirus, además de una correcta higiene de manos, respiratoria y desinfección de las superficies.
«Actualmente, gran parte de los contagios se dan dentro de los domicilios, pues en muchos casos la sintomatología que presenta el paciente es leve e inespecífica pero, sin embargo, puede ocurrir que se produzca el contagio de otro miembro de la familia y que su enfermedad curse con mayor gravedad. Nos encontramos en un momento donde la conciencia social es imprescindible», advierte la especialista.
Así con todo, recuerda también que existen múltiples causas de aparición de fiebre, y éstas se deben consultar con un médico, quien se encargará de determinar su origen. «No debemos posponer el momento de la atención sanitaria por miedo o por otras múltiples razones. El sistema sanitario está preparado para atenderle de manera que ambas partes tengan el mínimo riesgo posible», sentencia la miembro de la SEMG.