El rey Felipe hablando con su padre el rey emérito Juan Carlos en frente de sus hijas Sofía y Leonor

La persona en España que convenció a Felipe para echar a Juan Carlos

Casa Real y Presidencia llevaron en secreto unas negociaciones tan delicadas como las de la abdicación en 2014

El rey Felipe hablando con su padre el rey emérito Juan Carlos en frente de sus hijas Sofía y Leonor
Felipe consultó con alguien importante en España la salida de su padre | España Diario

Dicen que Juan Carlos se despidió de sus amigos con una sonrisa antes de abandonar el país. Llevaba días haciéndose a la idea de que la decisión era irrevocable. Máxime tras conocer la decisión tomada por Zarzuela de boca de su hijo, el rey Felipe VI, después de que este lo consultara con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Según su círculo de amigos, Juan Carlos era consciente de que su dimensión histórica hacía que la crisis en torno a sus escándalos financieros pusieran en peligro la propia institución. Ante eso, tenía asumido que la mejor solución era tomar distancia.

El rey emérito abandonó la Zarzuela este lunes con destino desconocido. Antes, la Casa Real difundió una carta de Juan Carlos a su hijo en la que le transmite su decisión de abandonar España, y su abogado hizo pública una nota en la que asegura que su cliente estará a disposición de la justicia.

Se especula que el destino elegido por Juan Carlos es la República Dominicana. Sin embargo, tiene una edad avanzada y graves problemas de movilidad agravados por una seria operación de corazón practicada en agosto del año pasado. 

Por esto fuentes de su entorno cercano aseguran que por el momento tiene pensado moverse a distintos lugares cercanos, y fijar su residencia después del verano en alguno de ellos. Entre ellos se citan Portugal, Francia e Italia, lugares donde los Borbones tienen familiares y buenos amigos que le recibirían con los brazos abiertos.  

Aunque estaba claro que Juan Carlos tenía que alejarse de Felipe, la forma cómo hacerlo ha sido objeto de un intenso debate. La Casa Real y el Gobierno han barajado varias alternativas en las que se ha contemplado su propia seguridad, la comunicación a los gobiernos de los países que visite, y las previsiones económicas necesarias.

La decisión ha llevado mucho tiempo y se ha hecho con enorme discreción. La operación ha sido tan compleja como la de la abdicación en 2014, ya que se han tenido que manejar varios informes incluyen médicos, de seguridad, jurídicos y diplomáticos. 

En todo caso, el objetivo de que fuese Juan Carlos quien tomase la iniciativa mediante una carta al rey Felipe no ha sido ningún problemas. Juan Carlos era consciente de que su suerte estaba echada desde que el pasado mes de marzo Felipe renunció simbólicamente a la herencia paterna y suspendió la asignación presupuestaria a su padre.

Sin vuelta atrás

Desde entonces entendió que sus escándalos comprometían a la Corona y que tarde o temprano tendría que sacrificar su posición como un último favor al Estado. La primera medida que se descartó fue la derogación del real decreto de 13 de junio de 2014 que mantenía a Juan Carlos y a Sofía el título de reyes y el tratamiento de majestad con todos sus honores. 

La idea de que Juan Carlos abandonara la Zarzuela también estuvo sobre la mesa, aunque se descartó por razones de seguridad y de logística. Se decidió entonces que la permanencia de Juan Carlos en España suponía en todas sus variantes un grave problema y ofrecía como única solución viable la salida del rey emérito de España. 

Pero la prioridad de la Casa Real era evitar que pareciera una fuga o una guida. Sin embargo, tanto Zarzuela como Moncloa tienen claro que esto no es así porque el propio Juan Carlos se ha puesto a disposición de la justicia en cualquier momento y está rodeado de un dispositivo de seguridad que hace imposible que pudiera planear cualquier fuga.

Algunos amigos cercanos a Juan Carlos difundieron su intención de volver a España en septiembre, pero la verdad es que no regresará si no es por cuestiones judiciales. Se trata de una salida definitiva del rey emérito de España, sin vuelta atrás.