La carrera contra reloj por conseguir la vacuna que salvará a la población del Covid-19 se puso en marcha entre los grupos científicos a nivel mundial desde el momento en el que saltó la alarma. A día de hoy se cuenta con más de un centenar de proyectos, algunos de ellos en fases avanzadas.
Sin embargo, ninguna de ellas son hasta la fecha aptas para combatir el virus. Tan siquiera lo son para hacer las primeras pruebas en pacientes. No obstante, la población ve en dichas preparaciones biológicas la solución de regresar a la normalidad conocida antes de que la pandemia devastara el mundo y, con ello el fin del miedo al contagio.
Las especulaciones sobre el lanzamiento de una vacuna milagrosa han tenido en vilo a la sociedad española. Los científicos chinos ya vislumbraban la salida de sus vacunas al mundo e ilusionaban a los afectados con la posible cura. Sin embargo, esto no fue del todo cierto.
A la espera de la vacuna contra el Covid-19
El director de uno de los tres proyectos de vacunas que trabajan de manera coordinada en el CSIC, Vicente Larraga, asegura que la vacuna para la gente corriente y sana aún tardará en llegar. La fecha que establece el científico se coloca en el 2022.
Lárraga asegura que su vacuna sólo puede realizarse en España por ahora, ya que cooperan con la única empresa que tiene permiso para realizar estas preparaciones en el país; se trata del grupo Zendal.
El proyecto del investigador y su equipo es el que menos se ha dado a conocer hasta la fecha. En cambio, si todo sale bien habrá una vacuna para combatir el coronavirus gracias a él y a su equipo dentro de dos años y producción propia española. Esto supondrá un abaratamiento de costes al no tener que comprarla en el exterior.
El director del Laboratorio de Parasitología Molecular del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, Vicente Lárraga explica que su vacuna parte del ADN y no del ARN como el resto. La mayor ventaja de su propuesta es que no se introduce el virus a la persona, sino la propia molécula en sí.
Por otro lado, el experto asegura que otra de las cualidades de esta vacuna reside en su resistencia a la temperatura ambiente. No sería necesario guardarla en congeladores o frigoríficos.
El motivo se centra en palabras del científico en que «el ARN es una molécula muy frágil. El ADN, en cambio, aguanta los cambios de temperatura, de sequedad… Las dosis las pueden enviar a cualquier parte y no se van a estropear. Haya o no haya neveras».
Hasta el momento, el fármaco ha sido probado ‘in vitro’. Se espera que este mismo fin de semana se hagan las pruebas de su efectividad en ratones. Si el resultado es positivo, se procederá a estudiar cuál es su reacción en las personas y si sirve cómo una posible cura.
En primera instancia, bajo un resultado positivo de la vacuna, los grupos de riesgo serían los primeros en disfrutarla a lo largo del año que viene. A finales del próximo 2021 o ya en el 2022 lo hará el resto de la población.