Una mujer tetrapléjica ha muerto sin recibir atención médica de su ambulatorio, en La Llagosta (Barcelona). La mujer quedó tetrapléjica el pasado mas de marzo después de una fuerte caída, que derivó, precisamente, en una ruptura cervical. Después del accidente, María, de 93 años, tuvo que ingresar en el hospital, pero dos meses después, durante la primera oleada de coronavirus en España, tuvo que abandonar su cama.
«Tenía que estar siempre acompañada, no podía ni tocar el timbre de la cama de un hospital», explica su hija, Candela, en un artículo al digital 'Niusdiario'. Durante los meses siguientes, María necesitaba la atención constante de sus familiares y de una cuidadora. El personal del ambulatorio también acudía tres veces por semana a casa suya para practicarle las curas que necesitaba.
Ningún médico la visito el día de su muerte
Con todo, desgraciadamente, su situación vivió un giro inesperado y trágico cuando coincidió el inicio de la campaña de la vacunación de la gripe con las cribas masivas de PCR. Entonces «la dejaron sin asistencia», lamenta Candela. Se enfrió a mediados de este mes de octubre, de tal manera que el día 19 ya le costaba respirar y uno de sus hijos decidió trucar el ambulatorio para pedir asistencia. Aun así, no acudió ningún médico.
«Algo más tarde, me truca la cuidadora y me dice 'Cande', yo a tu madre no la veo muy bien, le cuesta respirar, ven hacia casa», relata su hija. Así, como que no recibió la visita de jefe profesional, Candela se dirigió al ambulatorio para pedir presencialmente ayuda. Una vez llegó, recibió una llamada de casa de su madre: «Ya no respira».
María murió a las 14.00 horas del 19 de octubre y, poco después, llegó una ambulancia, seguida de un médico el ambulatorio. «Nadie ayudó mi madre. Que no se repita esto, que nadie muera sin asistencia médica: no hay derecho», denuncia su hija.
Varios fallecidos de cáncer sin ser atendidos por el Covid
En las últimas semanas se han hecho conocidos varios casos en España de personas que han fallecido a causa de un cáncer sin poder ser atendidas a causa del covid. El primero fue el caso de Sonia Sainz-Maza Zorrilla, 48 años, esta mujer perdió la vida víctima de un cáncer de cólon.
«Mi hermana se moría al otro lado del teléfono y Sanidad nunca le tendió la ayuda que necesitaba», denunció su hermana pequeña, Lydia, en una columna que escribió para 'El correo de Burgos'.
Según ha explicado Lydia, el 17 de abril Sonia llamó a su médico el Centro de Salud de Espinosa de los Monteros porque sentía un fuerte dolor en toda la pierna izquierda, a la altura de la ingle, y había perdido cinco kilos en una semana. Es precisamente ahí donde empieza su calvario.
Las llamadas al centro médico empezaron a ser constantes porque su dolor iba en aumento, ella seguía adelgazando, todo el día estaba cansada y la medicación que tomaba no le sentaba bien. Sin embargo, el doctor seguía rechazando una visita presencial.
«Su médico pudo verla en unas cuantas ocasiones, por distintos motivos, pero no consideró oportuno explorarla. Nunca la tocó. Nunca la mandó tumbarse en la camilla. No debía arriesgarse a un posible contagio. Cayera quien cayera», crítica la hermana pequeña de Sonia.
Otro caso fue el de la joven Lídia González, de 22 años, burgalesa pero residente en Pamplona. El pasado mayo, notó molestias como mareos, náuseas e incluso pérdida de la visión. Al ver que no se encontraba bien acudió a urgencias y, posteriormente, fue derivada al Hospital Clínico de Valladolid. A la joven, que le diagnosticaron un tumor cerebral, no le pudieron aplicar ningún tratamiento a causa de que jamás llegaron los resultados de su intervención.
Tras quedar Lídia ingresada en el Clínico de Valladolid, pasó 10 días en absoluta soledad y la operaron de un tumor cerebral que le había sido localizado en el lado izquierdo del cerebro.
Tras haber pasado la operación, fue enviada a casa y tan solo le recetaron paracetamol, según contó su madre al medio ‘El Norte de Castilla’.