María José Solaz falleció el pasado 16 de noviembre a los 46 años en Caudete de las Fuentes, Valencia. En el año 2018, la mujer recibió una llamada del Papa Francisco, gracias a una carta que le escribió con motivo de la enfermedad que padecía desde los 8 años.
Según han explicado desde el periódico diocesano 'Paraula', el pontífice descubrió su caso a través de una misiva que escribió la valenciana y que Ricardo Fogués, el antiguo párroco de su localidad natal, le hizo llegar al Vaticano
El sacerdote invitó a María José a escribirle una misiva al Papa y aunque ella no podía escribir por culpa de su enfermedad, le dictó las palabras que quería plasmar.
El 21 de septiembre de 2018, Ricardo Fogués asistió a una audiencia con el Santo Padre junto al arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, y junto a miembros del Consejo Episcopal y del Convictorio Sacerdotal.
Tras la audiencia, el cura saludó al Papa Francisco, le habló de María José y le enseño una foto que él le había sacado para la ocasión. El pontífice la bendijo y le pidió que le transmitiera la bendición tanto para ella como para su familia.
Posteriormente, el cura entregó la carta que la valenciana había escrito al monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia.
Tan solo unos días después del encuentro, María José recibió una llamada del Papa Francisco. El Santo Padre estuvo hablando con María Luisa, su madre, y luego solicitó hablar con ella.
Sin embargo, su progenitora le explicó que su hija ya casi no podía hablar a causa de su enfermedad y que lo poco que decía a penas se entendía.
El Papa Francisco le dijo a María Luisa que había leído la carta que escribió su hija, que le había conmovido, que le había resultado «muy linda» y que su testimonio le había hecho «mucho bien».
María José padecía ataxia de Friedreich
María José fue diagnosticada cuando tan solo tenía 8 años con una ataxia de Friedreich, una enfermedad degenerativa que va deteriorando el sistema nervioso y la musculatura de todo el cuerpo. Cuando el pontífice realizó la llamada, la enfermedad de la valenciana ya se encontraba en un estado muy avanzado.
La última vez que pudo caminar por ella misma fue el día que recibió el sacramento de la Confirmación, con 15 años, tal y como ella misma contó a 'Paraula'. Tras esto, tuvo que moverse en silla de ruedas.
A los 25 años, su grado de discapacidad era del 100% y durante los últimos años de su vida, el deterioro en su enfermedad provocó que casi no pudiera hablar, oír ni ver.
La obra de María José
A pesar de las dificultades que tenía, María José dejó escrita una obra suya: un Vía crucis que ella misma escribió diez años antes de fallecer y que ha sido leída en varias parroquias de Valencia durante el Viernes Santo, además de en el santuario francés de Lourdes.
«Qué gratitud poder acompañarte en tu Vía crucis, cogidos de tu mano, en tu Pasión, en tus momentos difíciles, en los más duros y desgarradores que un corazón puede soportar. Cuánta humillación, soledad, miedo, vacío; es lo peor a lo que todos nos podemos enfrentar», se podía leer en el inicio del texto.
María José recibió la primera comunión durante los últimos meses de su vida. Aunque estaba parcialmente sedada, ese día recobró parcialmente la energía. «Abrió de repente la boca con una fuerza increíble, como si no pasara nada», ha explicado Celestino Aló, el actual cura de Caudete de las Fuentes.
«María José ha vivido el final de su vida con fe, entereza y paz enormes», ha señalado el párroco. La valenciana contó con la cercanía de los arzobispos de su comunidad y cuando falleció, el cardenal Antonio Cañizares le dedicó unas palabras durante la oración del Ángelus en el Palacio Arzobispal.