Un joven de 28 años falleció mientras se sometía a un injerto de pelo en una clínica privada de Estambul, en Turquía. En un primer momento los médicos aseguraron que la muerte fue motivada por un paro cardíaco, pero hay sospechas de que fuera otro el motivo de la defunción.
Los medios locales informan que el cuerpo de la víctima estaba totalmente cubierto de sangre.
Esto puede ser una señal de que el injerto de pelo no fue todo lo bien que esperaban los profesionales del centro turco. Ibrahim Gul residía en Italia, donde trabajaba en una peluquería.
Aprovechó unos días de descanso la semana pasada para desplazarse a su Turquía natal. Tenía intención de comprar material para su negocio y someterse a un implante capilar, que finalmente tuvo lugar el sábado pasado.
Desde la clínica insisten en que el paciente sufrió un infarto durante la depilación previa a la intervención. Eso les llevó a hacerle una angiografía y se le colocó una endoprótesis vascular. En vista de la gravedad de su estado, optaron por derivarle a la unidad de cuidados intensivos, pero no consiguió salir adelante.
De momento, la Policía se encuentra investigando el suceso y ya ha detenido al médico encargado del injerto de pelo.
Un amigo de la víctima se ocupó de realizar el reconocimiento del cadáver. Contó que la tela que recubría el cuerpo de Ibrahim estaba empapada en sangre. Sus allegados aseguraron que no sufría ningún tipo de problema de salud y achacan su fallecimiento a una negligencia médica.
Una situación similar se vivió hace un par de años en España. Rafael Bolado, un hombre de 39 años y natural de la localidad cántabra de Maliaño, también perdió la vida durante un injerto de pelo.
El tratamiento lo realizó en una clínica de Bilbao, pero las cosas no salieron del todo bien. Cuando estaban a punto de inocularle la anestesia para iniciar la intervención, su corazón se paró.
Había sufrido un infarto y lo reanimaron con éxito. A continuación fue trasladado de urgencia al hospital de Basurto. En el centro médico consiguieron estabilizarlo, pero por poco tiempo.
Lo acabaron derivando al hospital de Valdecilla, en Cantabria, donde estaría más cerca de los suyos.
Llegó en tan mal estado que los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida.
El riesgo del injerto de pelo
La clínica privada que atendió a Bolaño llevaba varios meses realizando estos tratamientos de implante capilar. Hasta la fecha no habrían sufrido ningún suceso de estas características. Aseguraron que los problemas de corazón surgieron antes de proceder a operarle.
No habían comenzado a implantarle los folículos cuando su corazón se detuvo. "No se sabe si fue la anestesia. No se puede descartar y no se puede confirmar", aseguraron.
Aclaraban que al cabo del día "anestesias locales como esta se dan 5000". Nada más ocurrir aquello en la clínica se pusieron en contacto con los servicios de emergencia. El médico que le iba a intervenir en el centro capilar le acompaña hasta Basurto.
Los trabajadores aseguraban que todos "estaban muy afectados, esto nunca había pasado", recogía El Español. Todos los profesionales trataron de arropar a la familia en esos momentos tan delicados.
Algunos colectivos reclamaron que se investigaran los hechos. La Asociación del Defensor del Paciente remitió una carta a la Fiscalía para que analizara el caso. En su opinión, pudo haber "una presunta negligencia en la cantidad de anestesia o bien por una falta de control en el preoperatorio".
En un comunicado añadía que "venden esta intervención casi como inocua, y quizás es una publicidad engañosa". Sobre todo porque no se informan "los efectos adversos que pueden ocurrir".