Fabio y Raquel habían roto y ella fue a buscar sus cosas. Él se ofreció para ayudarle a llevar las bolsas y entonces se la llevó en su coche con la intención de agredirla. "Si no estás conmigo, no vas a estar con nadie", le dijo mientras le cortaba el cuello con un cúter en el barrio de Miralbueno (Zaragoza).
Sucedió el 6 de mayo de 2019 y el agresor no pudo completar su venganza porque Manuel, un conductor de autobús, intervino. La Audiencia Provincial de Zaragoza le ha condenado a diez años de cárcel. Se trata de una pena atenuada porque el condenado se encontraba bajo los efectos de las drogas.
El fiscal y la acusación particular pedían entre 14 y 19 años de cárcel por el acusado de intentar matar a su novia. Sin embargo, el juez considera probado que el agresor había tomado barbitúricos y anfetaminas antes de cometer el delito. Considera que tenía la conciencia alterada y le condena a diez años de reclusión mayor.
La sentencia impone nueve años de cárcel por el intento de homicidio de su ex y uno por lesiones al conductor del autobús. Fabio no podrá acercarse a la joven en 13 años, y además tendrá que pagarle 43.000 euros de indemnización, y otros 10.000 por las secuelas. "Desde luego lo siento mucho", dijo durante el juicio.
Pero la realidad es que el relato de los hechos es espeluznante, y de no ser por la intervención del conductor el suceso habría acabado mucho peor. Se trata de un caso más de violencia de género que no acabó en tragedia de milagro. La sentencia supone para muchos un castigo demasiado leve para un hecho tan grave.
No la mató de milagro
Fabio y Raquel mantuvieron una relación sentimental durante dos años y medio. Aunque no llegaron a convivir, los dos pasaban mucho tiempo juntos en casa de él. Fabio es alguien obsesionado con obtener siempre lo que desea, y cuando ella quiso terminar la relación sencillamente no lo aceptó.
Fabio ya había tenido comportamientos violentos anteriormente, pero ella nunca pudo sospechar el peligro que la acechaba. Su verdugo ejecutó un macabro plan para agredirla, y se ofreció a llevarle las bolsas cuando ella fue a buscar sus cosas. La metió en el coche a la fuerza y emprendió una angustiante huida.
Raquel intentó zafarse y empezó un violento forcejeo. El relato de la víctima es espeluznante: "Al quitarme el cinturón y abrir la puerta del coche para intentar huir, me cogió del pelo, puso mi cabeza sobre sus piernas y empezó a cortarme el cuello". Para ello, el agresor utilizó un cúter.
La víctima empezó a patalear contra la puerta para pedir ayuda, y con la mano izquierda consiguió tocar el claxon. Eso llamó la atención de Manuel Izaguerri, un conductor de autobús que no dudó en acudir en su ayuda. Fabio no mató a su ex de milagro, y la intervención de este hombre fue crucial.
Una enfermera que pasaba por ahí
"Primero pensé que a alguien le estaba dando un ataque epiléptico. Pero al acercarme vi a un hombre rebanándole el cuello a una chica", declaró el chófer durante el juicio. Según explicó, la agarró por los tobillos y tiró fuerte de ella hacia fuera para sacarla del coche.
El agresor, fuera de sí, siguió clavándole el cúter en la espalda a la víctima. Entre el conductor y otros transeúntes lograron inmovilizarle, pero tuvieron que pisarle la mano porque no soltaba el arma. "Él no para de pedirme que lo matara, y ella gritaba que se moría", describe Manuel.
Afortunadamente, una enfermera que pasaba por ahí pudo taponar la herida y mantener a Raquel con vida hasta que llegaran las ambulancias. La víctima fue trasladada al hospital, donde se recuperó de las heridas. Una de las visitas que recibió fue la de Manuel, el hombre que le había salvado la vida.
Fabio fue detenido y llevado ante el juez, que le imputó un delito de homicidio en grado de tentativa y otro de lesiones. "Yo no soy violento, no tenía intención de matarla", repitió durante el juicio. Pero sus excusas no han servido para librarse de la cárcel, y se pasará una buena temporada entre rejas.
Un caso de violencia de género
El ataque a esta joven en Zaragoza fue uno de los muchos casos de violencia de género que se viven a diario en España. Raquel se sentía acosada por parte de su exnovio, y durante el juicio relató una agresión anterior. Sucedió un año antes de los hechos, durante una discusión.
"Me tiró al suelo de un empujón y me cogió el móvil que se llevó a su casa para revisar con quién hablaba", relató. Tras romper la relación, él le mandaba 40 mensajes de WhatsApp al día y preguntaba a su entorno dónde y con quién estaba. Eso explica el comportamiento agresivo del condenado el día de los hechos.
Él asegura que no fue premeditado, que el cúter es su herramienta de trabajo y que estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. En el juicio aseguró que el que quería morirse era él porque se había jodido la vida. Pero la verdad es que aquel día no mató a Raquel de milagro.