Durante estos meses de pandemia hemos sido testigos del trabajo que los científicos desempeñan para conocer cómo se comporta el Covid-19 y qué hay que hacer para evitar los contagios. Parece que la clave se encuentra en evitar los espacios cerrados y ventilar, pues todo indica que en lugares donde esto no es posible hay mayor riesgo de contagiarse. Con toda la información de la que disponemos, es de vital importancia seguir las recomendaciones de seguridad.
La primera ola de coronavirus pilló a todos los países con la guardia baja. Se trataba de un nuevo virus y por tanto se desconocía la manera en la que se transmitía. La revista 'Nature' ha publicado un estudio donde explica que ocho de cada diez infecciones producidas en Estados Unidos al inicio de la pandemia, fueron producidas en restaurantes, gimnasios y espacios cerrados de similares características. Por eso estos tipos de locales han sido los primeros en sufrir las restricciones tanto de aforo como de limitación de horario.
Los ascensores son «una trampa para osos»
Siendo justos, no hay que señalar a la hostelería como el principal foco de los contagios. Es cierto que en este tipo de locales se dan lugar varios grupos de personas que prescinden de las mascarillas para consumir mientras hablan los unos con los otros expulsando al mismo tiempo todo tipo de aerosoles elevando el riesgo de contagio. Pero existen muchos otros espacios que no se tienen tan en cuenta y que se encuentran en nuestra vida diaria y a veces es difícil evitar su uso.
El pasado domingo, 15 de noviembre, Antonio Figueras, investigador del CSIC, explicó en el programa de la Sexta 'Liarla Pardo' que «los lugares donde más se puede contagiar uno es donde no hay ventilación y el aire está estancado» poniendo como ejemplo los ascensores, pues es donde «prácticamente el aire no se renueva».
«Los ascensores son una trampa para osos porque es un sitio donde entra y sale mucha gente, pero el aire no se renueva» insistía Figueras que aconsejaba a la población evitar en la medida de lo posible hacer uso de ellos: «No se mezclen dentro del mismo ascensor porque están expuestos a un aire muy enrarecido» advertía.
No hay que bajar la guardia
Todavía se desconoce qué otros lugares pueden suponer un riesgo de contagio y en ocasiones, aún cumpliendo con las medidas de seguridad, hay gente que se acaba infectando. Para el investigador del CSIC, en estos casos, el cansancio es la clave: «Lo que está claro es que hay un porcentaje elevado de situaciones en las que no sabemos por qué nos contagiamos, pero también es cierto que uno se da cuenta de que bajamos la guardia porque estamos extremadamente cansados» asegura.
Son muchos meses de pandemia y las energías y fuerzas comienzan a decaer. Cada vez hay más personas que ven con pesimismo el futuro y experimentan lo que los expertos denominan como «fatiga pandémica». Son en estos momentos de relajación lo que supone un mayor riesgo de contraer el virus. «No usamos la mascarilla o nos tocamos la cara sin lavarnos las manos» señala Antonio Figueras.
El virólogo consideró que esta segunda oleada es consecuencia de la relajación de medidas que se experimentó en verano. Por ello insiste en que es muy importante no bajar la guardia y establecer una serie de pautas para lograr doblegar la curva.
El investigador también habló sobre lo que puede ocurrir en las próximas navidades. Figueras tiene claro que «deben ser distintas» y que habría que evitar que se juntasen las personas jóvenes y mayores. Hay que recordar que, al igual que al inicio de la pandemia, son las personas de mayor edad las que más peligro tienen a la hora de contraer el virus pues representan un grupo de riesgo muy alto.