Un hombre se ha quitado la vida en Valladolid agobiado por la situación que le había creado la pandemia. A sus 47 años, Raúl Aparicio había dedicado muchos esfuerzos a mantener a flote su negocio, un bar que ahora le generaba muchos quebraderos de cabeza.
El martes de la pasada semana este vallisoletano se quitó la vida harto de no poder hacer frente a la situación. Nada hacía presagiar este final tan trágico para el dueño de ‘Las Torres’. Raúl Aparicio no tenía ningún problema psicológico, era un currante que lidiaba con todos los obstáculos que aparecían de improvisto, según cuenta su mujer Rebeca a ‘La Razón’. Y es que como a todos a ella también le ha pillado por sorpresa este trágico incidente:
«No me lo esperaba, él no daba un paso sin mí, pero no supo contar conmigo para esto. No sé qué se le debió de cruzar por la cabeza».
La pandemia truncó sus planes
El bar iba bien hasta que llegó el Covid-19 para quedarse. Trabajaban dos personas en la cocina, un camarero, una limpiadora y Rebeca iba de vez en cuando a echarles una mano. No obstante, cuando las cosas empezaron a ponerse oscuras ella se pidió una excedencia en su trabajo para estar al lado de su marido.
En las últimas semanas la situación había cambiado tanto que se habían quedado solos los dos al frente de este negocio en el que su marido ya hacía los deberes cuando era tan solo un niño. Ambos hacían el trabajo de 6 personas. Y es que hasta el fin de semana pasado en Valladolid solo estaban autorizados los repartos a domicilio.
«Quien crea que esto se puede mantener con dos cafés para llevar es que no se ha enterado de nada. Lo han hecho mal, muy mal», se queja Rebeca a ‘La Razón’.
Según sus palabras, a la hostelería se le está tratando muy mal. Y es que las ayudas no llegan y los pagos, los impuestos, no se interrumpen. «A todo el mundo le han permitido seis meses de carencia y a nuestros negocios, nada. O te das de baja y cierras o no optas a ninguna subvención. Solo nos han ofrecido préstamos y más préstamos, todos lo que queramos, cuando antes del coronavirus no había forma. Es todo una gran mentira», explica.
Rebeca no entiende por qué se está dañando «tanto al obrero, al grande nunca le van a hacer nada, y luego anuncian ayudas para empresas de 250 trabajadores, pero es que España está hecha de negocios pequeños y medianos».
Además, las deudas no paran de llamar a su puerta. «No dejan de llamar,cada minuto. Yo me voy a hacer cargo, pero esto es una locura, por favor, que me dejen respirar un momento», lamenta. Y es que parece que nadie entiende el dolor por el que ella y sus hijos están pasando en estos momentos.
Un bar de toda la vida
La familia de Raúl Aparicio ha recibido en los últimos días todo el apoyo y cariño de sus vecinos. Y es que ‘Las Torres’ es un bar muy popular del barrio de La Rondilla. Por eso la conmoción por el suicidio de su propietario ha sido enorme.
El local servía desayunos desde las seis de la mañana. Este bar abría para dar café a «los más mañaneros» y por la tarde muchos pasaban a comer una hamburguesa antes del cine. «Hacíamos la comida a mucha gente para que no cocinaran el día que descansaban. Estábamos siempre para los clientes; cuando no había para nada no importaba, armábamos la marimorena», recuerda Rebeca.
La casa de Raúl Aparicio aún está llena de las pancartas que había confeccionado para la protesta que se iba a celebrar el pasado martes por la crisis que ha causado el cierre del 15 por ciento de los locales.
Lo cierto es que parece que esta situación no va a mejorar de cara al próximo año, cuando se prevé que hasta el 50 por ciento de los negocios de hostelería se vean obligados a echar el cierre.
El caso de Raúl Aparicio lamentablemente no ha sido el único. Antes que él, otros dos propietarios de casas de comidas en Sevilla también se quitaron la vida.