Continúan las incógnitas en torno a las distintas vacunas utilizadas para frenar la expansión del coronavirus. En este sentido, la agencia federal del medicamento de EE UU ha advertido de un nuevo desencadenante.
Y es que la vacuna de Johnson & Johnson, más conocida en España como Janssen, puede provocar una rara enfermedad neurológica de raíz autoinmune.
Por su parte, la agencia subraya que los beneficios de la vacuna superan los posibles efectos secundarios. También admiten que el riesgo es muy escaso.
Tan solo un reducido número de casos del síndrome de Guillain-Barré se han vinculado a su inoculación. Así lo ha informado el diario The Washington Post, a través de cuatro fuentes cercanas a la investigación.
Por otro lado, la farmacéutica ha confirmado por medio de un comunicado que está colaborando con la FDA para esclarecer más detalles entre el síndrome y la vacuna.
En estos días, las autoridades sanitarias han apoyado la relación del fármaco con el síndrome de Guillain-Barré. Un problema en el que el propio sistema inmunológico ataca a los nervios, provocando debilidad muscular. En algunos casos, incluso parálisis.
Este mismo puede originarse debido a una infección bacteriana o viral aguda. Hasta el momento, se han registrado 100 casos después de la administración de 12,8 millones de dosis de Johnson & Johnson en EE UU.
Estos casos se han notificado más de dos semanas después de su administración, en un rango máximo de 42 días. Generalmente, se ha dado en pacientes de más de 50 años.
En este sentido, el 95 % de los episodios fueron graves y los afectados fueron hospitalizados. Según la FDA, uno de ellos falleció. En estos días, los registros disponibles no muestran ningún caso de Guillain-Barré vinculado a los 321 millones de dosis de vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna administradas en el país.
En el punto de mira
La comunidad sanitaria de la zona explica que la incidencia habitual del síndrome anteriormente mencionado es de entre 60 y 120 casos por semana. Y su desencadenante principal es el de un virus, incluido el de la gripe, o una bacteria.
De manera anual, entre 3.000 y 6.000 estadounidenses desarrollan la enfermedad. La realidad es que la mayoría se recupera totalmente. Sin embargo, en algunos casos, sobre todo en pacientes con edades comprendidas entre los 50 años, quedan secuelas musculares.
Casi dos tercios de los afectados experimentan síntomas como diarrea o afecciones pulmonares. También de los senos nasales varios días o semanas después de haber enfermado.
Por otra parte, entre los receptores de la vacuna de Janssen, el riesgo de desarrollar el síndrome apunta a ser de tres a cinco veces mayor que entre la población general. Así lo admiten fuentes de la investigación.
Un nuevo varapalo para esta farmacéutica. Cabe recordar que, en abril pasado, EE UU suspendió su inoculación tras una serie de trombos en mujeres en edad fértil. Uno de ellos causó una muerte.
Tiempo después se volvió a reanudar tras una extensa investigación por parte de la FDA y los CDC.
Ahora la realidad es bien distinta. Ese mismo mes, la planta de Baltimore de Emergent BioSolutions, único productor de la vacuna en el país, se vio obligada a cerrar.
Una clausura producida tras descubrirse que millones de dosis se habían contaminado con la vacuna de AstraZeneca. Esta última también se fabricaba en el centro.
Alrededor de 75 millones de dosis de la de Janssen fueron desechados. 40 millones se consideraron aptos para la vacunación.
Por último, la administración de Biden desvió toda la producción de la dosis de AstraZeneca a otras instalaciones. Posteriormente, entregó el control de la planta de Baltimore a Johnson & Johnson.