La polémica no es de ahora. Empezó casi al mismo tiempo que el Covid-19 se propagaba por el mundo causando centenares de miles de contagios y muertes, pero la discusión ha aumentado en los últimos días. Ahora un grupo de 80 científicos se posiciona claramente en el debate sobre los confinamientos o la inmunidad de grupo como arma contra el coronavirus.
Según la carta abierta publicada en la revista The Lancet por estos científicos, las estrategia de salud pública que confían en la inmunidad de grupo para combatir la pandemia del Coronavirus son una «falacia peligrosa» que además «no está respaldada por la evidencia científica».
La carta firmada por 80 prestigiosos científicos es una reacción a la Gran Declaración de Barrington en la que varios expertos critican los confinamientos y proponen proteger a los más vulnerables y permitir que el resto de la población haga vida normal. El objetivo de esta estrategia es evitar el daño a la economía y alcanzar con mayor rapidez la inmunidad de rebaño.
La declación ha causado un gran revuelo en la comunidad científica y una enorme confusión en la Organización Mundial de la Salud (OMS), que durante los últimos días ha lanzado mensajes contradictorios sobre la estrategia a seguir para combatir la pandemia. Finalmente, la OMS ha declarado que es una estrategia «científica pero poco ética».
La carta remitida ahora por 80 científicos es la primera respuesta contundente de la comunidad científica a la propuesta de la inmunidad de rebaño. Según explican, permitir que el virus se extienda entre sectores de la población no vulnerable es una vía «que no està respaldada por la evidencia científica». Afirman que no es una estrategia contrastada y advierten de los riesgos que puede tener.
En opinión de estos expertos «las pruebas son muy claras, controlar los contagios de la Covid-19 es el mejor modo de proteger nuestras sociedades y economías hasta que en los próximos meses lleguen vacuna y métodos terapéuticos efectivos». Esta es la línea que siguen la mayoría de los gobiernos, entre ellos España, sacrificando incluso la actividad económica.
Para los partidarios de las restricciones y los confinamientos como herramienta para cortar los contagios la prioridad es evitar el colapso de los servicios públicos de sanidad y reducir la mortalidad. Por eso consideran inaceptable la estrategia de permitir los contagios entre la población no vulnerable. Sin ir más lejos, el responsable de la OMS en Europa, Hans Kluge, declaró hace poco que «es inaceptable» porque acaba desprotegiendo también a los mayores.
Entre los firmantes de la carta se encuentran notables expertos en salud pública, epidemiología y virología. En la misiva subrayan que no está claro cuánto tiempo se mantiene la inmunidad contra el coronavirus tras haber superado la enfermedad, ni se sabe por completo quién puede sufrir las secuelas a largo plazo.
Esta misma semana, la OMS advirió de la evidencia científica de efectos secundarios del coronavirus en órganos vitales, incluso en pacientes que han sufrido la Covid-19 de forma leve. Una argumento más para rechazar la estrategia de la inumunidad de grupo, que además de poner en riesgo a la población vulnerable podría causar daños a largo plazo en los no vulnerables.
Los riesgos de la inmunidad de rebaño
Además, los científicos advierten que apostar por la inmunidad de grupo puede llevar a una serie de nuevas oleadas de la pandemia durante varios años y condenar a la población vulnerable a una situación de riesgo durante un tiempo indefinido. En su opinión, la experiencia de la primera ola sugiere que «es prácticamente imposible y muy poco ético aislar a grandes franjas de edad».
También admiten que los confinamientos y las restricciones de los últimos meses han causado una gran desmoralización y pérdida de confianza entre los ciudadanos. Por eso justifican la relajación de algunas restricciones de cara a la segunda ola, pero consideran que siguen siendo imprescindibles.
Para los firmantes de la carta, la falta de medidas de contención del virus pone en peligro la capacidad de los sistemas sanitarios y resulta «una carga inaceptable para los trabajadores de la sanidad, muchos de los cuales han muerto por Covid-19 o han sufrido algún trauma como resultado de haberse visto obligados a practicar una medicina de catástrofes».
Los autores concluyen que «es necesario implementar medidas efectivas que supriman y controlen la transmisión y deben ir acompañadas de programas financieros y sociales» que amortigüen los efectos adversos de esas medidas, en especial entre la población más precaria.