El caso de un joven español que mintió a los rastreadores de Covid-19 y obligó a confinar a más de un millón de personas en Australia ha dado la vuelta al mundo, y a raíz de la repercusión de la noticia, ha decidido dar la cara y pedir perdón a todas las personas que fueron afectadas por su actitud.
Los hechos ocurrieron en Adelaida, una ciudad australiana de unos 1,3 millones de habitantes que sufrió un confinamiento duro durante tres días después de detectarse un brote de Covid-19. El confinamiento afectó finalmente a 1,7 millones de personas debido a que otras áreas cercanas también estaban incluidas en su jurisdicción a la hora de tomar medidas contra el coronavirus, y duró tres días a pesar de que en un primer momento la intención fue que durase seis.
El ciudadano español, de 36 años y que tiene un permiso temporal de trabajo en Australia, mintió a los rastreadores cuando se detectó un brote en la ciudad que tenía su epicentro en el hotel donde trabaja como vigilante de seguridad. El brote acabó afectando también de forma importante a una pizzería de la ciudad, y el joven le dijo a los rastreadores que él había comprado una pizza allí. La realidad iba mucho más allá, porque, en realidad, el hombre tenía un segundo trabajo en esa pizzería, donde ejercía de ayudante de cocina.
Al desconocer la información, los rastreadores no pudieron realizar de forma correcta su trabajo y el brote acabó descontrolándose, lo que llevó a las autoridades a decretar un confinamiento de seis días que finalmente se redujo a tres. Su caso se ha hecho conocido en todo el mundo y, además, ha abierto el debate en Australia sobre la mala situación de algunos trabajadores.
A pesar de todo, el causante de esta situación ha decidido pedir perdón por si actitud y se ha mostrado «extremadamente arrepentido y profundamente dolido» por todo lo que haya podido provocar con ese «confinamiento innecesario», según ha informado en un comunicado a través de su abogado, Scott Jelbert.
El abogado continúa diciendo que «él no previó ni intentó que las cosas se desarrollaran como lo han hecho», y que a pesar de que se desconoce su identidad, está «preocupado» porque se siente señalado públicamente y algunos de los datos que se han dado sobre él no se ajustan a la realidad.
Colaboración con las autoridades
Tras ser descubierto por las autoridades, el hombre ha colaborado con ellas y de momento «no ha sido acusado de ninguna violación de la ley», ya que la legislación australiana no contempla sanciones por mentir a los rastreadores de casos de Covid-19. Sin embargo, el comisionado asistente de la Policía de Australia del Sur ha aclarado en una entrevista que «puede que haya delitos» en relación con otras leyes a las que se acudió para ordenar el confinamiento.
De momento, las fuerzas del orden están investigando los hechos, han analizado 400 horas de imágenes de cámaras de seguridad y han intervenido los dispositivos electrónicos del ciudadano español y otros dos hombres, que también mintieron a los rastreadores.
El caso ha abierto el debate en Australia sobre la situación precaria de algunos trabajadores. La sindicalista Sally McManus ha puesto de manifiesto que ha quedado en evidencia que en el país hay «dos clases de trabajadores, unos con empleos seguros y derechos y otros sin ellos». Sally destaca que en el caso de trabajadores migrantes, como es el caso de este español, la situación se vuelve todavía más irregular cuando necesitan de más de un trabajo para sobrevivir.
Según explica, los trabajadores tienen miedo de «perder el derecho a permanecer en el país por incumplimiento de las normas que limitan las horas del trabajo», uno de los motivos que podrían explicar por qué decidió mentir este trabajador español en primer lugar.