Durante las primeras semanas de la epidemia del Covid-19 los expertos pusieron de moda un término, los «supercontagiadores», para referirse a las personas que por sus características tenían más riesgo de contagiar a los demás. Los expertos alertan ahora que una de las causas podría ser el entorno social, ya que hay lugares y trabajos con mayor riesgo de transmisión.
Los científicos llevan tiempo preguntándose por qué hay personas que casi no contagian a los demás, y otros que lo hacen por decenas. La explicación podría estar en los lugares donde se mueven y los trabajos que ejercen, ya que la mayoría de contagios masivos se han producido en reuniones, eventos sociales y actividades de ocio o en espacios cerrados.
Aunque aún quedan muchos cabos por atar, los científicos cada vez tienen más indicios de cómo se transmite el nuevo Coronavirus, y todas las conclusiones llevan a pensar en brotes explosivos en los que unas pocas personas contagian a muchas, mientras que la mayoría apenas la transmite.
Pocos contagian a muchos
Por eso más que el número reproductivo básico (R0) que mide el promedio de casos nuevos que genera un solo paciente, los epidemiólogos se fijan sobre todo el índice K, que indica si los grupos tienen un papel importante en la expansión del virus. De ahí se puede saber si es un virus que se extiende por brotes, o si se transmite por el conjunto de la población.
Los investigadores necesitan más tiempo y más pruebas para confirmarlo, pero todos los indicios apuntan que el nuevo Coronavirus, a diferencia de la gripe española de 1917 y más parecido al SARS en 2003, favorece la transmisión de unos pocos a muchos, y eso da una importancia mayor al papel de los supercontagiadores.
Según los científicos, puede ser que un 5% o un 10% de la población contagie al 95% o 90% restante, y este tipo de transmisión plantea mayores problemas para las sociedades que tienden a un mayor contacto social.
Lo que están descubriendo ahora es que una vez que sale del cuerpo en forma de tos, estornudos o al hablar, el entorno juega un papel importante, y que hay lugares favorables para que el virus permanezca activo hasta infectar a otra persona. Los espacios cerrados, en ese sentido, permiten que el virus sobreviva hasta dos horas en el aire.
Lugares más peligrosos
Un dato que lo avala es que no se han encontrado casos de contagios masivos al aire libre. Los hogares, el transporte público, los espacios de entretenimiento o de compras son los ámbitos de contagio más relevantes, según una investigación realizada en China.
Otro estudio, este realizado en Londres, señala que los lugares donde más se han registrado casos de contagio son iglesias, barcos, hospitales, residencias de ancianos y otros lugares cerrados, siendo el más alarmante un dormitorio de trabajadores en Singapur donde se contagiaron casi 800 personas.
También hay trabajos de riesgo, y en especial las industrias de carne que, al parecer, generan un ambiente muy propicio para la transmisión dado que en el procesado de los productos participan muchos empleados a poca distancia y en lugares fríos que favorecen la supervivencia del virus.
Actividades de riesgo
En cuanto a las actividades, hablar en voz alta en una reunión de trabajo, gritar en un evento deportivo y cantar en un coro son las más susceptibles de causar transmisión, ya que favorecen la salida de gotitas infectadas y también la exhalación abundante de las mismas. También los ambientes ruidosos, que obligan a hablar más alto para comunicarse, implican un mayor riesgo de contagio, tanto en actividades de ocio como en el trabajo.
Con todo lo que se sabe hasta ahora cada vez va quedando más claro cuáles son los eventos que más tardaremos en volver a ir: conciertos, discotecas, espectáculos, partidos de fútbol, todas aquellas actividades, en definitiva, que favorecen grandes aglomeraciones donde se hablar fuerte, se grita y se canta sin apenas distancia entre las personas.