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Catástrofe medioambiental en el Ártico: una masa de gasóleo avanza peligrosamente sin control por el mar

Todos los esfuerzos se centran en contener la gran masa de marea negra que avanza sin control

Imagen de un hombre controlando el vertimiento de petróleo en el Ártico
Todos los esfuerzos de los servicios de emergencias se centran en contener el avance de la marea negra | EFE
 
 

El diésel derramado el pasado 29 de mayo en una estación termoeléctrica de Norilsk, en el Círculo Polar ártico, continúa avanzando a través de los ríos hacia el mar y alcanzó hoy el lago Pyásino, pese a los intentos de las autoridades rusas por controlar la catástrofe.

El río Ambárnaya, uno de los contaminados por el accidente, desemboca en el lago glacial Pyásino, del cual nace el río Pyásina que a su vez desemboca en el mar de Kara. A consecuencia del vertido, unas 21.000 toneladas de combustible diésel contaminaron las tierras y ríos aledaños. Según Greenpeace, es el primer accidente de tal magnitud en el Ártico y es equiparable al derrame del buque cisterna ‘Exxon Valdez’ ocurrido hace tres décadas frente a las costas de Alaska.

Objetivo: frenar el avance de la marea negra

El viceministro de Emergencias de Rusia y jefe del grupo operativo encargado de paliar las consecuencias de este desastre ecológico, Alexandr Chuprian, afirmó a la prensa que no dispone de información sobre contaminación alguna en el lago glacial. Además, señaló que se han instalado barreras flotantes adicionales para contener al máximo el avance del hidrocarburo, aunque admitió que no detienen del todo la contaminación.

«Las barreras son un objeto físico, materiales para contener. Existen diferentes. Las más efectivas son las marinas y son las que están puestas. Pero es ingenuo decir que son absolutamente herméticas. Creo que hasta para un escolar está claro que no existe una forma absolutamente efectiva de detener la contaminación», dijo. Chuprian indicó que además de las 18 barreras instaladas la víspera se instalaron 22 más.

La víspera, la viceministra de Medio Ambiente de la región de Krasnoyarsk, Yulia Gumeniuk, informó que la contaminación había avanzado más allá de las barreras flotantes y señaló que «no son un medio efectivo para detener la contaminación».

Las investigaciones realizadas por el Ministerio de Medio Ambiente local indican que una semana después del accidente, en el riachuelo Bezimianni, cercano a la central termoeléctrica, se detectaron concentraciones de hidrocarburos que superaban en 1.100 veces la norma máxima permisible.

Limpieza exhaustiva

Hasta ahora, según informó el portavoz de la compañía Nornikel, propietaria de la central termoeléctrica causante del derrame, los servicios de emergencias han retirado 5.200 metros cúbicos de suspensión acuosa de diésel. Además, se han retirado 23.000 metros cúbicos de tierra contaminada para su posterior procesamiento. En estos momentos trabajan en el lugar del derrame 673 personas y 264 equipos especializados.

El gobierno ruso, desinformado

El pasado 3 de junio, cinco días después del derrame, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, expresó su malestar por que el Gobierno no fue informado en su debido tiempo del accidente.  A pesar de que el derrame tuvo lugar el 29 de mayo,  la información llegó solo al Ministerio de Emergencias el 31 de mayo.  Ese mismo día se declaró el estado de emergencia federal para paliar las consecuencias del desastre ecológico.