«España tendrá, como mucho, algún caso aislado de Coronavirus». La frase la pronunció el director del Centro de Coordinación y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el 31 de enero, y ha quedado en la hemeroteca como la demostración evidente de la falta de previsión del Gobierno de España en la emergencia sanitaria del Coronavirus.
Cuando se trata de hemeroteca, sin embargo, no se salva casi nadie y muchos salen retratados. Y es que echando la vista atrás se manifiesta un dramático contraste entre la tragedia que ha supuesto el Coronavirus y la ligereza con la que se lo tomaron políticos, científicos y la ciudadanía en general en aquellas primeras semanas.
Sencillamente, no lo vimos venir y el escenario de muerte y ruina económica que ha supuesto la enfermedad ha superado todas las expectativas. Pero los errores pueden servir siempre para evitar nuevas catástrofes, así que ahora lo importante es preguntarse: ¿Por qué no lo vimos venir?¿Qué errores hemos cometido? ¿Por qué subestimamos al Coronavirus?
1. Ignorar las primeras señales
¿Por qué no se ha podido frenar el avance fulminante del Coronavirus? El error original está en haber ignorado las primeras señales de alarma, cuando por ejemplo Taiwan avisó a China de los primeros casos de una neumonía atípica, o cuando los gobiernos de otros países retrasaron el cierre de fronteras ante la alarma de las autoridades sanitarias internacionales.
La dificultad de parar la pandemia es que el SARS-CoV-2 puede tardar hasta doce días en reproducir los primeros síntomas y esto lo hace escurridizo en los controles. El retraso en la reacción, el desconocimiento y la agresividad del virus han resultado ser un cóctel explosivo.
2. Ha fallado la cooperación
Una vez que el virus ya se había extendido, la falta de una respuesta comunitaria a nivel mundial ha dificultado el control de la pandemia. La paradoja de todo esto es que ante un virus que ha puesto en jaque el principio de la globalización hemos sido incapaces de reaccionar de una forma global al mismo, por ejemplo, restringiendo la libre circulación.
El caso paradigmático ha sido el de España y la Unión Europea. A pesar de existir un centro de alertas y prevención de enfermedades en Europa, la UE no es competente en materia de salud y en plena pandemia del Covid-19 existían 250 vuelos diarios entre Italia y España porque primaba la libre circulación de personas, bienes y servicios.
3. La soberbia occidental
Algunos expertos alertan de la actitud de soberbia que demostramos las sociedades occidentales cuando, por ejemplo, ante la construcción exprés de un hospital en China en vez de ponernos en alerta hacíamos meme: «En vez de reaccionar hacíamos chistes sobre encargar las obras de la Sagrada Familia a los chinos», dice el exministro de Indústria Miguel Sebastián.
Por otro lado, en países asiáticos como Corea del Sur y China reaccionaron mejor porque en ese continente tienen la experiencia reciente del SARS y el MERS, algo que no ocurre en occidente, donde la epidemia ha sido algo nuevo y chocante.
4. España miró hacia otro lado
Pero España ha sido sin duda un caso paradigmático de lo que no se debe hacer ante una emergencia sanitaria. La reacción tarde y mal en España es la suma del fracaso de las instituciones públicas y privadas, de la sociedad en su conjunto, en tomarse en serio la amenaza y poner en marcha un sistema eficaz de prevención.
Por un lado, España no dispone de una infraestructura sanitaria preparada para estos casos, pero además, la incapacidad del Gobierno para fijar el aislamiento con más antelación y hacer acopio de material sanitario ha desbordado cualquier previsión.
5. Un sistema sin recursos
Si algo ha puesto en evidencia la epidemia del Coronavirus es la falta de preparación de un sistema de sanidad capaz de afrontar semejante desafío. Los más optimistas creen que si algo positivo se podrá extraer de todo esto es que en un futuro los gobiernos destinarán más recursos a la sanidad pública, y que este sector será a partir de ahora prioritario.
La verdad, es que el fracaso del sistema sanitario público español, uno de los mejores en todo el mundo, pone en evidencia que cualquier preparación es poc y que además de destinar más recursos tendrán que implementarse planes estructurales de contención de epidemias.
6. Subestimar los virus
El mundo es una aldea habitada por 8.000 millones de víctimas potenciales para los gérmenes ante los cuales el ser humano, con todo el desarrollo científico y tecnológico a su alcance, sigue siendo impotente como lo demuestran las 650.000 muertes que se producen cada año en el mundo por gripes comunes.
Además, cada año aparecen gérmenes y patógenos nuevos ante los cuales los fármacos no son suficientes y frente a los cuales no tenemos ninguna barrera inmunológica. El error está en pensar que somos invulnerables. Además, sería un milagro que la acción de los hombres como predadores y contaminadores no produjera desequilibrios fatales entre las especies.