Según un estudio genético que han hecho científicos del CSIC y de las universidades de Barcelona y Tromso (Noruega), el erizo de mar del Mediterráneo, una especie comestible muy apreciada en gastronomía, es más vulnerable al cambio climático de lo que se creía.
La investigación liderada por Xavier Turon, profesor de investigación del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), y Marta Pascual, del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), se ha basado en estudiar la estructura poblacional y conectividad de los erizos como resultado de su capacidad de dispersión.
«Los erizos de mar adultos apenas se mueven. Es antes de su vida adulta, cuando son larvas, cuando nadan en el plancton y se ven arrastradas por las corrientes. Hasta ahora pensábamos que tenían una alta capacidad de dispersión ya que tienen un tiempo de vida larvario relativamente largo, que se prolonga durante semanas», ha explicado Turon.
El trabajo de investigación revela que esta dispersión no es tanta como se suponia, y que las barreras geográficas como el estrecho de Gibraltar limitan la conectividad de las poblaciones. El intercambio de larvas de erizos entre diferentes áreas es más limitado de lo que se pensaba.
Impacto a nivel genético en las diferentes poblaciones de erizos
Los dos biólogos han advertido de que dentro del Mediterráneo hay «una fuerte presión de selección relacionada con la temperatura que puede tener consecuencias importantes frente al calentamiento global». El trabajo revela que hay una adaptación progresiva a la salinidad y a la temperatura de oeste a este, y que hay diferencias genéticas en las poblaciones del Atlántico y las del Mediterráneo, y, dentro de estas últimas, las poblaciones del Mediterráneo occidental también están diferenciadas de las del Mediterráneo oriental.
A pesar de ser un objetivo de la pesca, esta especie es muy abundante en el litoral catalán, ya que la presión pesquera ha eliminado muchos de sus predadores, principalmente peces. Los erizos de mar son herbívoros, se alimentan de las plantas submarinas y, sin predadores, su población puede crecer desmesuradamente y acabar con muchos de los bosques submarinos.
Gracias al estudio, ahora hay nuevos datos a tener en cuenta a la hora de prever posibles escenarios futuros sobre cómo responderán las poblaciones del erizo de mar a las presiones antagonistas de la eliminación de predadores y de la pesca, en un contexto de calentamiento progresivo.