Pedro Sánchez en rueda de prensa en la Moncloa para declarar el estado de alarma, el 25 de octubre del 2020

Los 2 problemas que podrían hundir a Sánchez antes del verano

La formación independentista está al límite y podría replantearse su apoyo al Gobierno

Hace tan solo 14 meses que el Gobierno de Pedro Sánchez, el primero de coalición de la historia de la democracia en nuestro país, comenzó su andadura. No fue sencillo: aunque el PSOE y Unidas Podemos sellaron su acuerdo 48 horas después de las elecciones de noviembre de 2019, les costó dos meses conseguir los acuerdos suficientes para llegar a la investidura, en la que Sánchez necesitaba más votos favorables que contrarios. Finalmente, el 7 de enero de 2020, se daba pistoletazo de salida a la coalición entre el PSOE y Podemos gracias a los apoyos del PNV, Más País, Compromís, Nueva Canaria, el BNG y Teruel Existe.

ERC, clave en el Congreso

167 votos afirmativos que no habrían sido suficientes si no se hubieran sumado las abstenciones de los cinco diputados de Bildu y, sobre todo, los trece de ERC, que tienen una importancia clave en este juego aritmético. En efecto, la formación independentista catalana, con Gabriel Rufián al frente en el Congreso de los Diputados, jugó un papel clave en la investidura del actual Gobierno de coalición y ha mantenido su apoyo en varias de la votaciones fundamentales de lo que va de legislatura: cabe recordar, por ejemplo, su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, y a algunas de las votaciones del estado de alarma durante la primera oleada de la pandemia.

ERC, que mantiene sus posicionamientos independentistas pero que, a diferencia de Junts per Catalunya o la CUP, es abiertamente partidaria del diálogo con el Gobierno español y contraria a nuevos enfrentamientos unilaterales de Cataluña con el Estado, parece mantener la voluntad de persistir con su estrategia en Madrid. Ello le desgasta en Cataluña por las constantes críticas que recibe de sus rivales electorales, mucho más radicales por lo que a la estrategia independentista se refiere, si bien también es cierto que en las elecciones autonómicas de hace poco más de un mes, los republicanos fueron la fuerza secesionista que obtuvo más votos, por encima de JxCat —el partido de Carles Puigdemont— y la CUP.

Ahora que ERC va a asumir un papel preponderante en el independentismo, con la presidencia de la Generalitat que recaerá, salvo sorpresa mayúscula en las negociaciones, en la figura de su coordinador nacional, Pere Aragonès; los republicanos quieren reforzar su papel en la política española. ERC no esconde su malestar porque en los últimos meses, el Gobierno no les ha tratado como socio preferencial, según defienden. Una crítica que también comparte, desde su posición, el Partido Nacionalista Vasco. Ambas formaciones se sienten desplazadas del núcleo de decisiones del Gobierno y creen que merecerían más protagonismo dada su importancia aritmética en el Congreso.

Exigencias en las próximas semanas

En esta queja, quien más beligerante está siendo es ERC. La formación independentista quiere obtener cuanto antes los primeros frutos a tantos meses de apoyo al gobierno estatal. Hartos de que en Cataluña se les critique que están dando respaldo al ejecutivo «gratis» y «a cambio de nada», Gabriel Rufián está empecinado en conseguir los primeros objetivos clave de su formación y para ello se ha puesto serio y ha hecho llegar al PSOE dos de sus exigencias fundamentales. O hay avances significativos en estas materias en las próximas semanas, o ERC podría incluso plantearse dejar de apoyar al Gobierno de coalición.

Ello dejaría a Sánchez y a su ejecutivo en una situación precaria: sin mayoría en el Congreso, donde tampoco podría contar con Ciudadanos, tal y como hizo la primavera pasada en las últimas prolongaciones del estado de alarma. La formación de Inés Arrimadas, que ha perdido un diputado por su paso al Grupo Mixto tiene ahora solamente 9 escaños y, además, parece escarmentada de su alianza en Murcia con el PSOE, que ha generado una moción de censura fallida —han pasado de optar a la presidencia regional a quedar en falso— y su expulsión del Gobierno en Madrid, donde el 4 de mayo se jugarán no quedar fuera de la Asamblea.

Si Sánchez no quiere hundirse en la Cámara Baja, deberá ceder ante las presiones de Rufián. La primera es clara: conceder los indultos a los presos independentistas. Desde septiembre, Justicia tramita las peticiones de indulto, que se encuentran ahora paralizadas en el Tribunal Supremo a la espera de que el juez Manuel Marchena remita sus informes al Consejo de Ministros, que es quien tendrá la última palabra al respeto. El Gobierno va a conceder los indultos antes del verano, si se confirman las previsiones. En paralelo, ERC también exige reunir de nuevo la mesa de diálogo, algo que se pretende hacer cuando se constituya el gobierno catalán.

En segundo lugar, ERC exige una silla en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la renovación del cual está encallada desde hace meses. Los republicanos exigen al PSOE un acuerdo con el PP y una plaza en el Consejo, si bien el objetivo parece ahora lejano después de que hace dos semanas se rompieran las negociaciones entre ambos partidos. En definitiva, si de aquí al verano las exigencias de ERC no se han cumplido, los republicanos podrían retirar su apoyo al Gobierno en el Congreso, algo que le dejaría en una situación sumamente comprometida.