Pablo Iglesias ponía este martes el punto y final a su etapa en el Gobierno de España. Han sido poco menos de 15 meses ocupando la cartera de Derechos Sociales y Agenda 2030, además de la vicepresidencia segunda del ejecutivo. Pero Iglesias asumió que estar en el Gobierno no era lo que esperaba y su posición se fue enrareciendo a medida que avanzaba la legislatura. Finalmente, la inesperada convocatoria anticipada de elecciones en la Comunidad de Madrid ejerció como sorprendente pretexto: Iglesias anunciaba el 15 de marzo que abandonaría el Gobierno para convertirse en candidato regional, algo a lo que dio cumplimiento este martes, renunciando finalmente al cargo.
Sin despedida en rueda de prensa
Así pues, el Consejo de Ministros celebrado a mediodía de este martes, día 30 de marzo, se convertía en el último con la participación de Iglesias. Una ovación por parte del resto de integrantes del ejecutivo fue el gesto de agradecimiento que sus compañeros mostraron hacia el todavía líder de Unidas Podemos. Pero lo que parecía que había acabado en armonía y con el bonito detalle del aplauso a Iglesias, escondía una última maniobra que no ha gustado nada al secretario general de Podemos.
A las cinco y media de la tarde de este martes, la oficina del presidente del Gobierno convocó a los medios en el patio de Moncloa, donde Pedro Sánchez anunció los cambios en el ejecutivo a consecuencia del adiós de Iglesias: la incorporación de Ione Belarra como ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, el 'ascenso' de Nadia Calviño a la vicepresidencia segunda y el paso de Yolanda Díaz a la vicepresidencia tercera. Tras la intervención ante los medios de comunicación, Sánchez se fotografió con las cuatro vicepresidentas de su ejecutivo.
Pero había un gran ausente en las imágenes: el protagonista de la jornada, el causante de todos aquellos movimientos en el seno del Gobierno español, Pablo Iglesias. En su último día como vicepresidente del Gobierno, Iglesias no compareció ante los medios de comunicación y tan solo le pudimos oír a través de un vídeo que colgó en las redes sociales donde se despedía del cargo anunciando, a su vez, que culminaba su estancia en el ejecutivo con una última decisión muy esperada, la inversión de casi 300 millones de euros para «paliar los recortes del PP en materia de dependencia».
Iglesias evita polemizar pero evidencia su enfado con Sánchez
¿Hubo un deseo expreso por parte de Pablo Iglesias de no adquirir demasiado protagonismo en su última jornada en el gobierno, o su perfil bajo no era fruto de su voluntad? Ya como exvicepresidente, Iglesias lo ha dejado muy claro este miércoles, 31 de marzo, en una entrevista en la Cadena SER. «Lógicamente me hubiera despedido, pero entendieron que no y después pude explicar tranquilamente en un vídeo que nos íbamos tomando una medida muy importante, casi 300 millones de euros para empezar a paliar los recortes en dependencia del PP», ha dicho Iglesias inicialmente.
¿A quién se refería, con su alusión en tercera persona? «En esto hay que ser muy disciplinado, los equipos de comunicación de Moncloa, Iván Redondo, Miguel Ángel Oliver[secretario de Estado de Comunicación]determinan quién tiene que salir, con criterios comunicativos profesionales y cada uno se adapta a eso», aclaraba Iglesias. De esta forma, el exvicepresidente atacaba directamente a dos hombres de máxima confianza de Sánchez, su principal 'spin doctor', Iván Redondo; y Miguel Ángel Oliver, que dirige la estrategia de comunicación del Gobierno en su conjunto; unas palabras que demuestran, aunque Iglesias ha medido las formas, su disconformidad con la decisión.
El hecho de que Pedro Sánchez —por la vía de su entorno más cercano— vetase la despedida de Pablo Iglesias no sentó nada bien al hasta ayer vicepresidente segundo del Gobierno, que se vio obligado a despedirse a través de un vídeo en las redes y sin el protagonismo que sería lógico dada la importancia de la noticia: el adiós del tercer hombre del ejecutivo y líder del socio minoritario del gobierno de coalición. «Me voy muy contento habiendo aprobado esa medida en el último Consejo de Ministros, y la política comunicativa de Moncloa... máximo respeto», declaraba Pablo Iglesias en la Cadena SER para zanjar el tema.
Un escueto «máximo respeto» para referirse a las decisiones de Redondo y Oliver que, entre líneas, dejan muy clara la posición de Iglesias: en ningún caso aprueba el hecho de que Pedro Sánchez le impidiera intervenir en la rueda de prensa, pero se guarda su enfado para evitar la enésima polémica con el PSOE y centrarse a hablar ya no de su pasado, sino de su futuro: Iglesias es, ahora sí, candidato de Unidas podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
En todo caso, el roce final entre Iglesias y Sánchez ilustra a la perfección el tipo de relación que han mantenido los líderes del PSOE y Unidas Podemos y, a la vez, socios de Gobierno: una guerra fría que no ha llegado a estallar pero que ha supuesto un clima incómodo y tenso de trabajo durante estos casi 15 meses.