Elisa Abruñedo y Socorro Pérez

Elisa y Socorro salieron a pasear y no volvieron: dos crímenes en busca de respuesta

Las dos tuvieron un final parecido pero sus casos quedaron eclipsados por los de Asunta Basterra y Diana Quer

Elisa Abruñedo fue golpeada, violada y asesinada a navajazos mientras paseaba a pocos metros de su casa. Socorro Pérez también fue agredida sexualmente y murió de un golpe en la cabeza. Tenían edades parecidas y murieron en Galicia con poca diferencia.

Elisa tenía 46 años y murió el 1 de septiembre de 2013 en Cabanas (La Coruña). Socorro tenía 43 y murió el 2 de mayo de 2015 en O Couto (Ourense). Sus crímenes quedaron eclipsados por otros casos mediáticos como el de Asunta Basterra y Diana Quer.

La detención del asesino de Diana Quer en diciembre de 2017 pareció reactivar estos casos olvidados. Los mandos de la Guardia Civil prometieron revisar los crímenes perpetrados por otras mujeres en Galicia. Pero todos los esfuerzos hasta ahora han sido en vano.

Ocho años después, sus nombres engrosan la lista de crímenes sin resolver en la región. En ella están también María José Arcos (1996), Déborah Fernández (2002) y Sonia Iglesias (2010). Los investigadores y sus familias no se rinden, a pesar del paso del tiempo.

El crimen de Elisa Abruñedo

La tarde del domingo 1 de septiembre de hace ocho años, Elisa Abruñedo salió de casa para dar un paseo. Tenía 46 años, trabajaba cuidando ancianos y era casada y con dos hijos. Vivía en la tranquila aldea de Lavandeira, en el municipio coruñés de Cabanas. 

Aquella tarde salió sola porque su marido estaba en un entierro y sus hijos se habían ausentado. Tras realizar un par de kilómetros por los prados del entorno, decidió volver a casa por el mismo camino. Llevaba un móvil, unos cascos y las gafas de sol.

Apenas 200 metros antes de llegar a su casa, alguien la abordó, la golpeó, la violó y la mató a navajazos. El asesino dejó rastros de ADN en el cuerpo de la víctima. Y desde entonces, la Guardia Civil busca a alguien que encaje con el perfil genético de ese sujeto.

La policía tenía una lista con una serie de sospechosos, pero todos dieron negativo en las pruebas. Luego empezaron a llamar a las familias de la comarca, pero esta estrategia tampoco ha dado resultado. Parece literalmente como si el culpable se hubiera evaporado.

La hipótesis final es que se trata de alguien que aprovechó la oportunidad y que luego ha procurado no cometer el mismo error. Creen que no la conocía de nada y que simplemente sus caminos se cruzaron. La familia ni pierde la esperanza de dar con él.

El marido de Elisa, Manuel, murió un año y medio después en accidente laboral. Al cargo de la familia quedó el hijo mayor, Adrián, que se ha prometido no rendirse. “Voy a seguir peleando, porque pelear me mantiene vivo”, asegura.

El caso de Elisa quedó eclipsado por el asesinato de Asunta Basterra, cometido 20 días después. La familia nunca entendió la pasividad ante el caso de su madre y la celeridad en el de la niña Asunta. La Guardia Civil asegura que “no nos olvidamos de Elisa” y que es su prioridad.

El asesinato de Socorro Pérez

Seis años después del asesinato de Socorro Pérez, su asesino sigue libre e impune. Esta ourensana de 43 años salió a correr el sábado 2 de mayo de 2015 por el barrio de O Couto. Como le pasó a Elisa, nunca volvió a casa y encontraron su cadáver semanas después.

Fueron unos cazadores los que, un mes y medio después, hallaron los restos mortales de la mujer en el monte de Seminario. Estaba cerca de la casa de sus padres, a los que ella solía visitar todos los días. Alguien la violó y la mató de un golpe en la cabeza.

En este caso, la investigación cayó en manos de la Policía Nacional que, a fecha de hoy, no tiene ningún sospechoso. Inicialmente se valoró el suicidio o la marcha voluntaria. Pero sus familiares lo descartaron y pidieron más implicación para resolver el asesinato de su hija.

Socorro era hija única y sus grandes aficiones eran la lectura y el deporte. Trabajaba como limpiadora en un instituto, y hacía tiempo que no tenía una relación sentimental. En su caso, el tiempo transcurrido hasta el hallazgo del cuerpo borró todo rastro biológico. 

La investigación se centró en el interrogatorio de posibles testigos, el entorno familiar y una lista de delincuentes sexuales. Tras mucho tiempo sin encontrar indicios, el juzgado ordenó el archivo de la causa. Para la policía, sin embargo, la investigación sigue abierta. 

La familia piensa que el asesino de Socorro era alguien que la conocía, porque “ella no se paraba a hablar con nadie cuando salía a correr”. Piensan en un crimen accidental, quizás propiciado por una discusión. Siguen esperando una respuesta a pesar del paso del tiempo.