12 de julio. Esta es la fecha que ya tienen grabada en su mente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado, porque será el primer gran reto electoral en el que medirán sus fuerzas las dos grandes alternativas que se han perfilado durante esta crisis: la defensa del estado de alarma y la esperanza de la reconstrucción.
Y es que el 12 de julio es la fecha que tienen pensado tanto el lehendakari Íñigo Urkullu como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, para celebrar sendas elecciones en el País Vasco y Galicia tras la suspensión de los comicios, previstos para el 5 de abril, a causa del confinamiento obligado por el Coronavirus.
El lehendakari ya ha trasladado al Gobierno su intención de celebrar cuanto antes los comicios y el presidente gallego se ha reunido con los partidos de la oposición para lo mismo. En ambos casos, la fecha que más cuadra es la del 12 de julio, que servirá también para medir la fortaleza de socialistas y populares en esos territorios.
De momento, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha recordado a los presidentes autonómicos que todo dependerá de la evolución de la pandemia, pero estos defienden que hay que renovar el parlamento cuando antes para tenerlo operativo en otoño, por si hubiera una segunda ola.
En todo caso, los comicios autonómicos serán un primer termómetro de la nueva situación política en España, cuyas estrategias y alianzas se han visto alteradas por el Coronavirus. Tras los últimos movimientos, con la ruptura definitiva del PP con el Gobierno, el alejamiento de ERC y el acercamiento de Ciudadanos, lo que es evidente es que el espíritu con el que empezó la legislatura se ha desvanecido.
Y esto obliga también a los partidos autonómicos a cambiar sus estrategias electorales. El PSOE querrá defender la gestión de la crisis por parte del Gobierno, poniendo el acento en la rápida estabilización de la epidemia y la puesta en marcha de las medidas de recuperación, además de poner en valor la nueva estrategia de la «cogobernanza».
Por su parte, el principal partido de la oposición ha endurecido su posición frente a la gestión del Gobierno y lo que hasta ahora era un apoyo por responsabilidad se ha convertido en una oposición frontal que responsabiliza al ejecutivo del exceso de muertos en España y presenta un plan alternativo para la reconstrucción del país.
Si finalmente se aprueba la fecha, el 12 de julio los ciudadanos vascos y gallegos valorarán, entre otras cosas, la estrategia de Sánchez de asumir el mando único bajo un mecanismo extraordinario como es el estado de alarma durante (por ahora) dos meses.
Esto le ha hecho perder al Gobierno de Pedro Sánchez el frágil equilibrio parlamentario que sustentaba su gobierno en minoría (155 diputados), y quien ha salvado su última votación ha sido Ciudadanos, cuya líder Inés Arrimadas cerró un pacto con el PP para ir juntos en las elecciones vascas, algo que Feijóo descartó para Galicia.
En el País Vasco, las encuestas dan mayoría absoluta para el PNV y un ascenso de los socialistas, lo que avalaría el apoyo de los nacionalistas vascos al Gobierno central y serviría como argumento para el ejecutivo de Sánchez del respaldo de la ciudadanía a sus políticas de confinamiento y estado de alarma.
El PP, por su lado, confía en mantener su única mayoría absoluta en todo el país, la de Galicia, que daría alas a Pablo Casado para iniciar su carrera hacia la Moncloa. Las encuestas hablan de una pérdida de la mayoría absoluta por muy poco, un margen que Feijóo podría recuperar gracias al papel activo que ha mantenido durante toda la crisis del Coronavirus.