Desde la aparición del nuevo Coronavirus, la tos y los estornudos se convirtieron en el gran factor de transmisión y así lo hemos interiorizado de forma inconsciente ignorando que existen otros gestos que nos ponen en riesgo. Los científicos acaban de hacer un descubrimiento muy importante sobre el simple gesto cotidiano que aumenta el peligro en espacios cerrados.
El equipo de investigadores del doctor Philip Anfinrud, del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, ha revelado que un minuto de conversación genera 1.000 gotitas cargadas de coronavirus capaces de permanecer suspendidas de ocho a catorce minutos, lo cual indica que una conversación en espacios cerrados aumenta el riesgo de contagio.
El estudio con láser de alta sensibilidad para visualizar las gotas producidas al hablar concluye que se crean entre 1.000 y 10.000 gotas por segundo, y muchas de ellas son partículas de diminuto tamaño capaces de transportar el virus y permanecer en el aire suspendidas durante al menos 30 segundos.
Otro favor importante que revela el la investigación es que el uso de mascarilla impide la liberación de dichas partículas, lo cual refuerza la idea del uso de mascarillas en espacios cerrados.
La clave es que según estos investigadores hasta ahora hemos ignorado la importancia de las partículas más pequeñas en la transmisión, y estas son susceptibles de cobijar al virus y favorecer su transmisión durante el tiempo que permanecen en el aire, más de 30 segundos: «Hemos hecho estimaciones del número y el tamaño de las partículas que permanecen suspendidas en el aire».
A través de las tasas de desaparición de las gotitas en un nuevo experimento con láser de alta sensibilidad y por medio de cálculos matemáticos, estudiaron el comportamiento de las gotitas liberadas en una conversación normal y llegaron a la conclusión que hablar de forma normal genera 2.600 gotitas diminutas por segundo.
El problema es que estas gotas son tan pequeñas que pasan desapercibidas al ojo humano y no somos conscientes de que al hablar estamos fabricando potenciales transmisores del virus. La saliva de una persona infectada contiene, aproximadamente, siete millones de copias del SARS-CoV-2 por mililitro, por lo que un minuto de conversación en voz alta puede generar 1.000 gotas cargadas de virus que pueden quedar suspendidas en el aire hasta 14 minutos.
Las conclusiones del estudio no dejan lugar a dudas: «Estas observaciones confirman que hay una probabilidad sustancial de que una conversación normal cause la transmisión aérea del virus en ambientes cerrados».
La investigación pone en alerta sobre acciones cotidianas que aumentan el riesgo de contagio y que en plena desescalada adquieren mayor importancia. Un ejemplo es la apertura de locales con la presencia de clientes en espacios cerrados, que obliga a extremar las precaciones. Porque según las conclusiones de este estudio, la limitación del aforo podría no ser suficiente para impedir el contacto.