La dimisión de Pablo Iglesias como vicepresidente segundo del Gobierno fue una auténtica sorpresa informativa este lunes, 15 de marzo. Iglesias ponía así el punto y final a su trayectoria en el ejecutivo español, tras una etapa corta, de tan solo 14 meses, para liderar un nuevo reto para Unidas Podemos: las elecciones autonómicas en Madrid del próximo 4 de mayo. Pablo Iglesias deja la política de ámbito estatal y da un sorprendente paso hacia la regional, apostando por ser candidato en unos comicios que, a juzgar por las encuestas, Unidas Podemos no tiene ninguna opción de ganar.
Un movimiento inesperado de Iglesias
El movimiento de Iglesias debe ser interpretado en clave personal y también interna de partido y de bloque ideológico. En primer lugar, desde el punto de vista personal, el líder de Unidas Podemos abandona un ejecutivo en el que se ha encontrado incómodo en más de una ocasión. Iglesias no ha sacado partido de su posición de vicepresidente segundo y el papel del que gozaba como ministro de la Agenda 2030, que le podría haber permitido cierta influencia en muchos ministerios por su transversalidad competencial, lo ha ejercido con suma discreción.
En clave de partido, Iglesias lleva a término la operación para salvar a Unidas Podemos de un posible descalabro electoral. Desde su entrada en el ejecutivo, la formación no ha dejado de caer en las encuestas: las últimas les pronosticaban entre 25 y 30 diputados en el Congreso. Iglesias quiere revertir de inmediato esta situación, y para ello, consciente de su pegada electoral, quiere encabezar la candidatura en Madrid. Una mejora sustancial de resultados y un papel activo de Iglesias como líder de la oposición en la Asamblea regional —las encuestas dificultan mucho una victoria del bloque de izquierdas que lleve a Podemos al gobierno madrileño— pueden ser factores que actúen como el revulsivo que Iglesias busca.
Un revulsivo que va íntimamente atado al caladero de votos que Iglesias pueda conseguir atraer desde el PSOE y Más Madrid —si no hay coalición con la formación de Íñigo Errejon, tal y como el aún vicepresidente segundo del Gobierno ha propuesto. El golpe sobre la mesa que ha dado Pablo Iglesias podría absorber al votante de Más Madrid en caso de que vayan por separado, dejando a la formación liderada en Madrid por Mónica García en una posicion residual o incluso extraparlamentaria; y a su vez restar fuerza al PSOE de Ángel Gabilondo.
Sin duda, un refuerzo importante para Iglesias, que se haría fuerte a costa de debilitar su mismo bloque ideológico, pero que a su vez fortalecerá a la derecha: los votantes potenciales del PP y de Vox incrementarán su movilización ante la posición reforzada de Unidas Podemos y el 'peligro' —así lo señalarán en las próximas semanas Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio— de un gobierno de izquierdas liderado incluso por Iglesias.
Las elecciones generales, ¿más cerca de un adelanto?
Pero la jugada de Iglesias podría tener una réplica en Moncloa que torciera los planes del líder de Unidas Podemos. La opción de un adelanto electoral toma fuerza con el abandono de Pablo Iglesias del ejecutivo estatal, y una posible convocatoria para otoño de 2021 o los primeros meses de 2022 parece más cerca. Aunque Iglesias señalara este lunes a Yolanda Díaz como nueva líder de la formación a nivel estatal, lo cierto es que la ministra de Trabajo necesita unos meses para afianzarse en el liderazgo de la formación morada.
Unas elecciones tras la marcha de Iglesias y antes de que Díaz esté asentada como nueva cabeza de cartel de Unidas Podemos puede coger a los morados a contrapié y cediendo un importante número de votos al PSOE. Un argumento más para Pedro Sánchez y para su equipo estratégico, con Iván Redondo al frente, para sospesar un posible adelanto electoral en España. Pero hay más, porque son varios los motivos que conducen a Sánchez a valorar el anticipo. La situación del mapa político actual invita a hacerlo por el momento de debilidad que vive el PP.
Las elecciones en Madrid y la posible victoria de Díaz Ayuso podrían fortalecer a Pablo Casado, pero deberán pasar meses para que su liderazgo se afiance de tal forma que Pedro Sánchez pueda temerle en unos comicios. Ello y la crisis en Ciudadanos, que va avanzando de manera lenta pero progresiva, puede favorecer un adelanto electoral de cara a finales de este 2021 o principios de 2022, a la espera de que a esas alturas se haya alcanzado ya la cifra del 70% de la población vacunada y, en consecuencia, la inmunidad de grupo.
Además, habrán llegado también los fondos de reconstrucción europeos, que se prevé que actúen como acelerador en la salida de la crisis y que puedan favorecer un contexto de mayor optimismo que, al final, repercuta en una victoria cómoda de Pedro Sánchez. Este será el factor clave para que el presidente se lance a un adelanto electoral.