Los montañeros rescatados en los Picos de Europa siguen sin dar crédito a las 48 horas de angustia que vivieron tras perderse en mitad de la montaña.
Ramón González y José Antonio García partieron el pasado domingo de la localidad de Poncebos, en el municipio de Cabrales, para adentrarse en el macizo central de los Picos.
Los dos amigos naturales de Cantabria tenían la intención de disfrutar de una agradable jornada por una ruta que ambos conocían, pero su aventura se acabó convirtiendo en una terrible pesadilla.
A pesar de ser montañeros expertos y contar con el material apropiado, se perdieron en el camino y requirieron la intervención de un gran equipo de rescate.
La UHEL (Unidad de Helicópteros) y el GREIM (Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña) fueron los encargados de liderar la operación. Aunque finalmente solicitaron la ayuda del helicóptero del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) para realizar un rescate seguro con grúa.
Los montañeros cántabros rescatados relatan su periplo en los Picos de Europa
Mientras los servicios de emergencias trabajaban a contrarreloj para localizarlos y acceder a la zona, los cántabros de 40 años de edad tuvieron que sobrevivir dos días a la intemperie.
«No sabemos cómo nos pudo suceder, pero nos perdimos», advierten los expertos montañeros antes de añadir que la densa niebla que había pudo despistarlos.
Tras desorientarse y salirse de la ruta, permanecieron enriscados a 1.600 metros durante 48 horas, cerca de la Canal de Ría. Una decisión que tomaron para evitar esfuerzos innecesarios y facilitar la búsqueda de las unidades de rescate.
"Tiramos hasta que quedamos enriscados en un sitio donde había como una cascada. Eso era el domingo sobre las dos y media de la tarde. Podíamos haber decidido tirar para abajo, pero decidimos no movernos y es lo que nos ha salvado", explicaron en declaraciones a León Noticias.
Los montañeros desaparecidos confiesan haber temido por su vida
El hambre, la sed y las condiciones climáticas fueron extremas durante esas 48 horas. Especialmente duras fueron las noches, ya que debido a la gran altura se alcanzaban temperaturas muy bajas que tuvieron que resistir sin ningún tipo de cobijo.
"Sobrevivimos gracias al agua de un arroyo y a dos barritas energéticas (...) Lo pasamos muy mal por las noches, hacía mucho frío", aseguran los montañeros tras su rescate.
A pesar de la terrible experiencia vivida, Ramón y José se sienten muy afortunados por haber sido rescatados en el momento oportuno. Aseguran que la situación ya estaba llegando a un punto límite y dudan que pudiesen haber sobrevivido una noche más al raso.
"Si llegamos a pasar otra noche más no sabemos lo que hubiera sucedido. Era un sufrimiento bestial, nos mirábamos y no nos hablábamos. Ya con la mirada nos decíamos todo, lo veíamos muy crudo", advierten los cántabros todavía con el susto en el cuerpo.
Otros montañeros escucharon su llamada de auxilio y avisaron al equipo de rescate
Por suerte, su larga experiencia en la montaña y sus conocimientos sobre supervivencia, les permitieron actuar de una manera sabia. Ambos supieron utilizar todos los recursos que tenían a su alcance y no perder la calma a pesar de la complicada situación que estaban viviendo.
De hecho, una de las estrategias fundamentales que adoptaron para facilitar su localización fue la de generar mucho ruido desde las siete de la mañana.
A través de gritos y un silbato, los montañeros dieron señales que fueron escuchadas por otros aventureros que se encontraban en una zona próxima. Fueron ellos los que dieron aviso a los efectivos de rescate y posibilitaron el rescate, ya que hasta entonces se hallaban en paradero desconocido.