Una de las medidas que el Gobierno considera absolutamente esencial es la distancia de seguridad entre la población para poder vencer al coronavirus. Pero, ¿cuál es la distancia de seguridad óptima para reducir al máximo las posibilidades de contagio? Desde distintas fuentes científicas y médicas se habla de que una distancia de un metro y medio ya es suficiente, otras han manifestado que cuatro metros es lo ideal. Otros, en cambio, han declarado que la distancia de seguridad más recomendable en algunas ocasiones es de nueve metros.
La distancia de seguridad se ha convertido en la medida más efectiva para prevenir el contagio, de ahí que el Gobierno haya decretado hasta en tres ocasiones términos de confinamiento. Como ya se ha publicado, el coronavirus se contagia a través de las ‘gotitas’ que salen de nuestra boca —ya sea tosiendo o hablando—, de la nariz o al estornudar.
Estas ‘gotitas’ acceden al organismo de otra persona por el aire donde, según un estudio, aguantan en el ambiente hasta 3 horas. También cabe destacar que nos podemos contagiar al tocar algo que tenga materia vírica y al llevarnos, sin saberlo, las manos a la boca. Para evitar estas situaciones —a falta de vacuna— la distancia de seguridad es la mejor medida para no contagiarnos.
El origen de las medidas de seguridad
Según ha publicado en la revista ‘Live Science’ la profesora de Seguridad Global y directora del Programa de Bioseguridad del Instituto Kirby (Australia), Raina MacIntyre, el convencimiento y la certeza de que la distancia de seguridad es una medida muy importante no viene de ahora, sino que se empezó a estudiar en los años 1930-1940.
«La regla de 3-6 pies —algo más de un metro y algo menos de dos metros— se basa en algunos estudios de los años 1930 y 1940», manifestaba en el artículo.
El objeto de estudio era saber la distancia que pueden alcanzar las ‘gotitas’ expulsadas cuando hablamos, estornudamos o tosemos. Así, estos datos pueden aplicarse al actual problema mundial: el coronavirus. Pero, según como ha declarado la propia doctora, las medidas estudiadas pueden resultar relativas: no existe un patrón exacto, pues no todas las ‘gotitas’ pueden llegar a viajar la misma distancia.
Así, Harvey Fineberg, jefe del Comité Permanente de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Amenazas de Salud del Siglo XXI en las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EEUU, ha explicado en el medio ‘The New York Times’, que la distancia de un metro y medio es la mínima, es un estándar que lo que provoca es que se reduzca la posibilidad de contagio, pero no asegura nada.
Según Fineberg: «Todo es cuestión de probabilidad. Un metro es mejor que nada. Dos es mejor que uno. En ese punto, las gotas más grandes ya han caído y no llegan a nuestro sistema. Tal vez si estás fuera del rango de un posible escupitajo, eso podría ser aún más seguro, pero dos metros es una medida muy buena».
¿Qué distancia es la más recomendable?
Según ha recogido ‘El Confidencial’, el biólogo Matthew Meselson (Harvard), ha explicado que existen diferencias importantes entre espacios cerrados y espacios abiertos en cuanto a la distancia de seguridad óptima.
Si se trata de exterior, dos metros es muy buena distancia y estaríamos reduciendo en un porcentaje muy elevado el riesgo a contaminarse con agentes externos. Si hablamos de un espacio cerrado, es aconsejable no acceder a él si tenemos la percepción evidente o la seguridad de que hay una persona infectada.
Así lo asegura Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota en un artículo en ‘The New York Times’: «La distancia de dos metros reduciría la cantidad de gotas con las que entrar en contacto. No tengo duda al respecto».