Fin a la búsqueda de Dionisio Laguarta, el hostelero aragonés de 72 años desaparecido el lunes en el monte de Valdelinares (Teruel). Lo han encontrado sin vida y sin signos de violencia. Su cuerpo ha sido encontrado por la Guardia Civil y trasladado al Instituto Anatómico Forense para realizarle la autopsia.
La muerte de Dionisio ha causado una gran conmoción en Zaragoza, donde regentaba el restaurante Cabezo Buenavista. Era un aficionado a buscar setas y el lunes se había adentrado en un pinar de los montes de Valdelinares, donde se le perdió la pista.
Su familia notificó su desaparición el lunes por la tarde, al ver que no volvía. Se organizó un amplio dispositivo de búsqueda con cincuenta efectos de Bomberos de Teruel y agentes de la Guardia Civil. Hasta el lugar se desplazaron también los hijos de Dionisio.
La familia del desaparecido albergaba esperanzas. Explicaron que era un buen conocedor del terreno y que a sus 72 años se encontraba en plena forma. Era un experto recolector de setas, y nada hacía pensar tan triste final.
Las primeras horas de búsqueda fueron infructuosas, y la tormenta obligó ayer a suspender el dispositivo. Poco después de su desaparición, encontraron el coche aparcado junto al pinar. Finalmente, esta madrugada agentes de la Guardia Civil han localizado el cadáver en la zona donde había desaparecido.
Nada hace pensar en una muerte violenta. El cuerpo del hostelero no tenía signos de violencia. Lo más probable es que Dionisio tuviera algún problema de salud y falleciera por causas naturales. La autopsia que se le realizará en el anatómico forense de Teruel ayudará a esclarecer las circunstancias del suceso.
Un año de sufrimiento por la pandemia
La muerte de Dionisio ha sido un golpe para su familia, pero también para sus vecinos. Era el propietario del restaurante Cabezo Buenavista, un lugar emblemático de Zaragoza. Fue él quien tomó las riendas del negocio a finales de los años 70.
Hacía tiempo que había cedido el mando a sus tres hijos, María, Olga y Dionisio, y a su yerno Miguel Ángel. El restaurante contaba con tres empleados más. Ubicado sobre el cerro que le da nombre, el local es una referencia gastronómica de la región.
Sin embargo, la pandemia y los confinamientos habían dejado al negocio muy tocado. Como todos los negocios de restauración, Dionisio y sus hijos llevaban más de un año adaptándose a la difícil situación.
En una entrevista en El Heraldo, Miguel Ángel Arjol, yerno de Dionisio, lo explicaba así: «Llevamos toda la vida aquí, echándole horas y ganas, y ahora no sabemos qué va a pasar». La terraza de 50 mesas quedó limitada a 25, y el miedo de la gente provocó una oleada de cancelaciones que amenazaba el negocio.
Tras más de un año luchando contra la pandemia y las restricciones, el local empezaba a ver la luz al final del túnel con la desescalada. Pero el destino ha dado una última estocada a la familia, con la muerte del alma del local, Dionisio.
Un amplio dispositivo de búsqueda
Desde el primer momento, los hijos de Dionisio descartaron una desaparición voluntaria. Olga explicó que solía ir a buscar setas en el lugar donde se le perdió la pista. Para su familia, lo más probable es que hubiera sufrido una caída y estuviera inmovilizado.
La preocupación creció con las lluvias de ayer, que obligaron a suspender la búsqueda. Si Dionisio seguía en el bosque, herido y a la intemperie, estaría a merced de la inclemencia del tiempo. Finalmente se pudieron reanudar las tareas de búsqueda, que culminaron con el hallazgo del cadáver del restaurador.
Miguel Ángel asegura que el restaurante se nutre de «muchos clientes que vienen de varios puntos de la ciudad, se vuelven amigos y casi forman parte de la familia». Por eso la muerte del restaurador ha conmocionado a la pequeña gran familia que era el local.