No hay duda de que, resultados al margen, la gran noticia que por ahora dejan las elecciones en la Comunidad de Madrid celebradas este martes es la dimisión de Pablo Iglesias. Tras finalizar el escrutinio, que dejó a Unidas Podemos como quinta fuerza política con 10 escaños —tres más que en la legislatura anterior—, Iglesias reconoció que este no era el resultado que esperaba y anunció que renuncia a su acta como diputado en la Asamblea de Madrid y también a la secretaría general de Podemos. «Dejo todos mis cargos. Dejo la política, entendida como política de partido e institucional», manifestó Iglesias ante los medios de comunicación, con rostro muy serio.
Iglesias asume el fracaso y se va
«Hemos fracasado, hemos estado muy lejos de formar un gobierno alternativo al de Isabel Díaz Ayuso», «aunque hayamos mejorado, el resultado sigue siendo insuficiente», «el augmento de la participación no se ha traducido en lo que buscábamos y ha consolidado la victoria de la derecha». Son algunas de las frases que Iglesias pronunció en su comparecencia, al filo de la medianoche, para anunciar su dimisión, su adiós definitivo a la política. Tras siete años en la primera línea, Iglesias, que arrancó su carrera liderando Podemos y siendo elegido eurodiputado en 2014, anunciaba que se va a casa tras haber pasado también por el Congreso de los Diputados y la vicepresidencia del Gobierno.
Durante varios mítines de la campaña electoral y en el debate de Telemadrid pudimos oír a Isabel Díaz Ayuso anunciando que Pablo Iglesias no recogería el acta de diputado. Finalmente, el tiempo parece haberle dado la razón a la presidenta regional. Y es que Iglesias no obtuvo este martes los resultados deseados, de forma que sus objetivos en la Comunidad de Madrid quedaron muy, muy lejos de hacerse realidad. Una situación para nada sorprendente, puesto que todas las encuestas indicaban ya un escenario como el que ha consolidado el 4-M. Recordemos: 65 escaños para el PP, 24 para Más Madrid, rebasando en votos al PSOE, que conseguía los mismos diputados —ciertamente, el 'sorpasso' de Mónica García lo preveían pocos sondeos—, 13 para Vox y 10 para Unidas Podemos.
La dimisión, una opción meditada durante semanas
Era el pasado 15 de marzo cuando Pablo Iglesias anunciaba su dimisión como vicepresidente segundo del Gobierno. Su anuncio fue una auténtica bomba política: nadie esperaba que el líder de Unidas Podemos abandonara el ejecutivo tras 14 meses, pero mucho menos para irse a batallar por la Comunidad de Madrid. Era sin duda una decisión muy sorprendente. Iglesias planteaba que su voluntad era impedir un nuevo gobierno de Isabel Díaz Ayuso a través de una coalición de izquierdas, y manifestó que optaba a liderar el bloque progresista en Madrid.
Los resultados de este martes dejan muy claro que el planteamiento de Iglesias era utópico. Ciertamente, consiguió salvar a Unidas Podemos de quedar sin representación —durante los primeros meses del año, así lo reflejaban algunos sondeos— y la formación morada pasó de siete a diez diputados. Pero fue un éxito pírrico. La izquierda no suma —tiene en total 58 escaños, por 78 de la derecha— y, además, Unidas Podemos quedó muy lejos de las otras formaciones progresistas. Tanto Más Madrid como el PSOE obtuvieron 24 diputados, con los de Mónica García superando sorprendentemente a Ángel Gabilondo por un puñado de votos.
En la práctica, Iglesias, viniendo de la primerísima línea de la política nacional, quedaba relegado a portavoz parlamentario de la quinta fuerza en una Asamblea regional, con nulas opciones de gobierno y en un plano de total irrelevancia política. El dimitido líder de Unidas Podemos conocía a la perfección los sondeos y es por ello que, muy probablemente, había tomado la decisión ya hacía semanas: si se cumplía lo que este martes se produjo, abandonaría la política activa. Incluso hay quien interpreta la dimisión de la vicepresidencia como un primer paso consciente hacia la determinación anunciada ayer: Iglesias se iba, pero antes optaba por prestar un último servicio al partido que él mismo fundó, salvar su representación en una cámara regional tan importante como la madrileña.
Fuese antes o después de su sorprendente dimisión como vicepresidente segundo del Gobierno, lo cierto es que Iglesias tenía ya tomada la decisión de decir adiós a la política activa si no se producía una gran sorpresa. Y así fue. La determinación de Pablo Iglesias, de la cual tenía conocimiento tan solo su círculo más íntimo, se materializó este martes al filo de la medianoche. En los próximos días va a aclararse de qué forma se produce el relevo en el liderazgo del partido, donde la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, es la elegida; y en la Asamblea de Madrid, donde, si no hay sorpresas, la número 2 Isa Serra asumirá de nuevo el liderazgo del grupo, como en la legislatura pasada.