Un grupo de científicos americanos anunciaron que han detectado la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora y admitieron que su hallazgo genera en realidad más preguntas que respuestas. Así lo consideró Alan Weinstein, miembro de LIGO (siglas en inglés de Observatorio de ondas gravitacionales por Interferometría Láser) y profesor de física en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), al presentar el hallazgo.
Una onda gravitacional es una onda invisible que se desplaza a la velocidad de la luz. Albert Einstein postuló su existencia ya en 1915, como parte de la Teoría de la Relatividad, pero el fenómeno solo se detectó experimentalmente en 2015 precisamente a través de LIGO. Son difíciles de detectar y tanto LIGO como Virgo (observatorio localizado cerca de Pisa, en Italia, en el que participan el país anfitrión más Francia, España, Holanda, Polonia y Hungría) fueron creados especialmente para ello; el nuevo hallazgo puede haber sido el más importante hasta la fecha en este campo.
Fusión de dos agujeros negros binarios
La fusión de dos agujeros negros es un fenómeno que no genera luz, por lo que solo puede apreciarse mediante estas olas cósmicas que sirven para avanzar en el conocimiento del universo. Weinstein agregó sobre el descubrimiento que, de momento, se opta por darle la explicación más sencilla, que es la de atribuir el surgimiento de las ondas gravitacionales a la fusión de dos agujeros negros binarios.
Sin embargo, los científicos no ocultan que la dimensión del hallazgo es algo sin precedentes y que la señal que se detectó fue mucho más fuerte que en las otras ocasiones en que se pudieron rastrear ondas gravitacionales. Las ondas detectadas y de las que ahora se dan detalles desarrollaron, según los científicos, una energía similar a la de ocho masas solares.
Señal GW190521
La señal se detectó el 21 de mayo de 2019 por LIGO, que está compuesto de dos observatorios localizados en Estados Unidos, y por el de Virgo en Italia, y se le ha atribuido la identificación GW190521. Se asemeja a unos cuatro movimientos cortos, y es de duración extremadamente breve, menos de una décima de segundo, explicaron los científicos.
Eso indica, según los investigadores, que GW190521 fue generada por una fuente que se encuentra aproximadamente a 5 gigaparsecs de distancia.El gigaparsec es una medida astronómica que equivale aproximadamente a 3.260 millones de años luz. Se estudia que la nueva señal probablemente viene del instante en que los dos agujeros negros se fusionaron.
142 masas solares
La fusión creó un agujero negro aún más grande, de unas 142 masas solares, y liberó una enorme cantidad de energía, equivalente a alrededor de 8 masas solares, esparcida por el universo en forma de ondas gravitacionales.
Las masas excepcionalmente grandes de los dos agujeros negros originales, así como del agujero negro final plantean una gran cantidad de preguntas sobre su formación. Los dos agujeros negros que produjeron el agujero negro final también parecen ser únicos en su tamaño. Son tan grandes que los científicos sospechan que uno o ambos pueden no haberse formado a partir de una estrella que colapsa, como ocurre con la mayoría de los agujeros negros de masa estelar.
Participación española
«Se abren así nuevas ventanas de conocimiento del universo», incidió la científica española, profesora en la Universidad de las Islas Baleares (UIB).En el descubrimiento que se dio a conocer este miércoles, y en el que participaron científicos europeos y americanos, colaboró un equipo de la UIB que se encargó de generar los modelos numéricos en forma de onda que sirven para analizar los datos obtenidos por los detectores de ondas gravitacionales.
«Estamos haciendo observaciones en el campo de la astrofísica que hasta ahora no creíamos que podían existir», afirma Sintes, que explicó que la fusión de dos agujeros negros detectada a partir de la alteración del espacio-tiempo en forma de ondas gravitacionales ayudará a explicar cómo se forman cuerpos tan masivos.