Coronavirus xarxes

«Mi marido falleció, desapareció el cuerpo y me lo dieron cuatro mesos después»

El caso de Félix Merchán ha dado la vuelta al mundo

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El caso del fallecimiento de Félix Merchán ha dado la vuelta al mundo. | EP

La crisis sanitaria del coronavirus ha afectado a la totalidad del planeta y lo sigue haciendo a día de hoy, mientras la ciencia trabaja sin descanso para poder encontrar la vacuna que termine con el auténtico calvario que está suponiendo esta enfermedad. En  España  hemos podido conocer historias realmente dramáticas de personas que han fallecido a causa de la pandemia; de parejas que han perdido a sus compañeros de vida; o de familias que lloran la muerte de sus seres queridos.

Hoy, conocemos una historia que nos llega desde Ecuador pero que ha dado la vuelta al mundo por el terrible testimonio que narra Silvia Guzmán, que perdió a su marido, Félix Merchán, a causa del virus. Una durísima noticia agravada por lo que ocurrió en las semanas siguientes con su cadáver, tal y como recoge 'Periodista Digital'.

Félix Merchán murió el 1 de abril

Según el relato de Silvia Guzmán, Félix Merchán comenzó a encontrarse mal de forma súbita, una madrugada hacia las tres de la mañana, y empezó a notar que le costaba respirar. La llegada al hospital del Guasmo Sur de Guayaquil  ya fue dramática: «Los pacientes estaban tirados ahí a la buena de Dios. Era como estar en una guerra, pero una guerra sin armas, una guerra biológica». Días después, su situación se agravó. «Mami, de esta no salgo. Quiero que te cuides mucho y que recuerdes que yo siempre voy a estar para ti», fueron sus últimas palabras antes de morir en los brazos de su esposa a las diez de la mañana del pasado 1 de abril.

Empezó entonces el proceso de retirada del cuerpo. Guzmán  fue expulsada del hospital y citada para recoger el cadáver de su marido. Su asombro llegó al entrar a la morgue. «Había muchos cuerpos por todas partes, no sabían ni dónde ponerlos. Era como estar viendo Walking Dead. Estaban en el piso, era horrible. Los tenían en unos contenedores que no estaban refrigerados. Ahí llegaban todos los que murieron en sus casas y los que estaban esparcidos en las calles», comenta en su relato.

En una de las salas, los operarios sacaban los cadáveres depositados en cámaras frigoríficas de 80 en 80 para su identificación. Se formaban colas de familias que querían recuperar los restos de sus seres queridos. Una situación dramática y absolutamente lamentable. «Eso era un caos. La gente abría las fundas, había cuerpos descompuestos. Si hubieran tenido un buen manejo de los cadáveres, cada uno con su nombre, como debe de ser, nada de esto hubiese pasado», narra Guzmán.

Su cuerpo no apareció hasta el 23 de junio

El primer día, no encontró el cuerpo de  Félix... pero tampoco al día siguiente, ni el otro... pasaron las semanas y nunca en la morgue pudo recuperar el cuerpo de su marido. Al cabo de los días, el gobierno ecuatoriano cerró las morgues y comunicó que enterraría los cuerpos de qué disponia en cementerios comunes, informando a los familiares del punto en que se haría la sepultura para que pudieran saber donde enterraban los cuerpos de sus allegados.

Pasaron las semanas y Silvia Guzmán no recibía notificación alguna sobre el cuerpo de su marido. Fue entonces cuando inició su batalla legal junto a varias familias en su misma situación: manifestaciones, acciones jurídicas, presión social... Todo dio su fruto hace unas semanas. «Hasta que un día me llama el doctor y me dice 'señora Silvia encontramos a su esposo'. Era el 23 de junio. Yo me puse a llorar y el forense me dijo que fuera al otro día, a las dos de la tarde, a reconocer a mi esposo. Al día siguiente fuimos con mi cuñado y el forense nos enseñó unas fotos del cuerpo. Era él. Ahí estaba él con su ropa, con partes del rostro que se le podías reconocer, estaba el tatuaje en su brazo izquierdo con el símbolo del ying y el yang».

Guzmán pudo, al fin, encontrar el cadáver de su marido y próximamente le dará sepultura definitiva. «Mi esposo siempre estuvo en los contenedores de la morgue del Hospital del Guasmo y nadie nos quiso ayudar. Lloraba y le preguntaba a Dios 'por qué'». Una situación realmente triste que nos deja un virus que marcará para siempre nuestras vidas.