Que Pedro Sánchez prepara una revolución en el Gobierno de cara al nuevo curso en otoño es un secreto a voces. El presidente planea un cambio de nombres en importantes ministerios para lanzar un mensaje de renovación a Europa y enfrentar la recuperación económica con un nuevo equipo que dé aire fresco a las políticas del Ejecutivo.
Hasta ahora se conocía la intención de Sánchez de buscar cambios en la portavocía y en carteras como Ciencia, Industria, Asuntos Exteriores y Economía. Había un puesto ministerial en el que no se advertían cambios a pesar de haber sido el más criticado durante la pandemia: el ministerio de Sanidad. Pero la cosa ha cambiado.
El último movimiento de Pedro Sánchez anuncia que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, podría tener los días contados en el Gobierno. Y es que el presidente ha pensado en este ministro como próximo candidato del PSC a la Generalitat en las elecciones que se esperan para el mes de otoño, sin una fecha concreta por ahora.
Sánchez ya tenía en mente sustituir al líder de los socialistas en Cataluña, Miquel Iceta, y el escogido ha sido ni más ni menos que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, a pesar de los errores y las críticas de la oposición por la crisis sanitaria del Covid-19.
Illa es secretario de Organización del PSC y en enero se convirtió en el escogido de Pedro Sánchez para la cartera de Sanidad como cumplimiento de la llamada «cuota catalana». Illa jugó entonces un papel destacado en la negociación con ERC para facilitar la investidura de Sánchez, pero su nombramiento tenía una carga mucho más simbólica.
Illa era el primer socialista catalán en ocupar el ministro de Sanidad tras el paso por este cargo de Ernest Lluch, asesinado por ETA y considerado el «padre de la sanidad pública» durante el primer Gobierno de Felipe González.
Prestigio y respeto
Si Ernest Lluch es recordado por su talante dialogante, Illa se ha significado durante la crisis como un ministro mesurado y respetuoso, y esto le ha hecho ganarse el respeto de sus rivales como la ex ministra de Sanidad, Ana Pastor (PP).
Sin ir más lejos, Illa se despidió de la Comisión de Sanidad con palabras de agradecimiento a los portavoces: «Yo he aprendido de ustedes». En Moncloa tienen claro que «a la gente le gusta eso», y que el perfil de Salvador Illa puede llamar a la reconciliación en Cataluña, un lugar en el que perfiles de crispación como el de Cayetana Álvarez de Toledo están en decadencia.
A pesar de las críticas que ha acarreado su gestión de la crisis sanitaria, fuentes cercanas al presidente aseguran que Illa es uno de sus ministros favoritos y el Gobierno ha hecho grandes esfuerzos por respaldar su trabajo de cara a la opinión pública. Además, el discurso oficial del Gobierno va en la línea de reconocer a Illa como artífice de la «nueva normalidad».
Atrás quedan aquellas primeras semanas en la que la presión mediática y errores clamorosos como la compra de test falsos amenazaban con hacer caer al ministro Illa. Con la reducción de las cifras de fallecidos y muertos y el rápido avance hacia la nueva normalidad, el ministro catalán se ha convertido de la noche a la mañana en el nuevo héroe del Ejecutivo.
Además, Sánchez es consciente de que Illa es un político conocido y buen valorado. Todo esto ha llevado al presidente a pensar en un cambio en el ministerio de Sanidad: por un lado, Illa cuenta ahora con el prestigio ideal para la carrera hacia la Generalitat en Cataluña, y por otro lado, si hay un rebrote de Covid en otoño se evitaría tener que cesarlo y desgastar su figura.