Tarde-noche del lunes, 17 de mayo. Darío Cañizares, un ecuatoriano de 30 años, separado y con un hijo de 7, es rodeado por un grupo de desconocidos en Vallecas, Madrid. Se inicia una pelea que acaba con el chico en el suelo, golpeado y pateado por al menos dos personas. La riña sigue en la calle de Puerto de Navacerrada, donde recibe dos cuchilladas y muere en el acto.
Una semana después de la tragedia, la familia de Darío pide ayuda ciudadana para localizar a los agresores. Las imágenes tomadas con un teléfono móvil por un vecino son las únicas pruebas del crimen. pero momento no hay ningún detenido y la investigación sigue en marcha.
La clave para resolver este asesinato es saber qué hacía Darío con esas personas. El joven, apasionado del fútbol, estuvo aquella tarde jugando con sus amigos a su deporte favorito. Había bajado desde Alto del Arenal, donde vivía, hasta una pista polideportiva cerca del parque de las Tetas, en Vallecas. Luego ellos se marcharon y él se quedó solo, con unos desconocidos. La madre de la víctima asegura que no eran sus colegas: «No sabemos quiénes son, y queremos que hablen y digan qué pasó».
Su madre es Alba, una mujer ecuatoriana que llegó a Madrid hace 20 años con sus dos hijos pequeños. «Mi hijo era un chico normal que no se metía en problemas, no sabemos qué ha podido pasar», dice desesperada. Su única esperanza es que las personas que viven o estaban ahí en aquel momento puedan ofrecer información sobre los agresores.
Por ejemplo, un vecino grabó con su teléfono móvil los momentos previos a las puñaladas mortales que recibió Darío. En las imágenes se ve al joven ecuatoriano con la camisa más clara peleándose con otra persona jaleada por más individuos. En un momento del vídeo, el agresor tira a la víctima al suelo, se pone encima de él y empieza a propinarle golpes. Sus acompañantes le piden que pare, pero otra persona se acerca y le pisa la cabeza. En el vídeo ya no aparece la parte final de la pelea, en la que Darío recibe una cuchillada en el hemitórax y otra en la axila derecha.
Alba está preguntando a las personas del lugar, pero de momento nadie ha podido ayudarle: «No me dicen nada, pero sé que hubo gente que pudieron ver algo, y tienen miedo de hablar». Además de su labor a título personal, el grupo de homicidios de la policía judicial está desarrollando una investigación para identificar a las personas implicadas en la pelea.
La hermana de Darío, Katerine, asegura que no tenía enemigos, y que «era un chico muy callado y muy trabajador, muy reservado y que evitaba los problemas. Nos decía que era muy grande ya para meterse en líos». Darío había hecho un curso de azafato de vuelo y su sueño era encontrar un empleo de lo que le gustaba. Mientras tanto, realizaba labores de jardinero y reformas.
Un apasionado del fútbol
Lo último que hizo Darío en vida fue aquello que más le gustaba, jugar a fútbol. Sus compañeros del equipo de fútbol Guayaquil Chiquito de Vallecas están destrozados, y no entienden qué ha podido pasar. Como un último gesto hacia su amigo, han hecho una colecta para ayudar a la familia a costear los gastos del entierro. Su hermana Katerine explica que Darío era hincha del Barcelona, y que le apodaban Gattuso por su parecido físico con el jugador italiano. De momento, sus amigos han conseguido reunir unos 4.500 euros para ayudar a la familia, que se halla en una situación económica precaria.
En el lugar donde murió hay hoy un altar improvisado con velas y una foto suya. Entre las luces, un cartel expresa el deseo de todos sus allegados: «Queremos justicia por ti, y para todos». Su hermana Katerine se muestra agradecida por las muestras de apoyo, y asegura que «ahora lo que queremos es saber quién le mató». «Te fuiste a un lugar donde no hay sufrimiento», dice otro de los carteles, «gracias por el amor que dejas en nuestros corazones».