Los forenses que realizaron las autopsias de Sandra Capitán, su hija de 6 años y el hombre conocido como ‘El Turco’ que aparecieron muertos en Dos Hermanas (Sevilla) han confirmado que la niña aspiró cal antes de fallecer. Explican que «como mínimo respiró una vez» en la fosa donde fueron arrojados y enterrados los cuerpos y que por lo tanto aun estaba con vida.
Así lo han declarado los peritos José Antonio Laborda y Antonio Rico durante la octava sesión del juicio con jurado popular que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Sevilla. Han declarado que las víctimas pudieron ser torturadas, ya que el «patrón de lesiones» les hace pensar que «la intención de los golpes» que recibieron «no fue sólo contener», en especial «en el caso de la niña».
Los hechos ocurrieron el 16 de septiembre de 2017 en el número 168 de la calle Cerro Blanco. La Fiscalía solicita un total de quince penas de prisión permanente revisable- Son tres por cada muerte para cinco de los siete acusados: el Pollino, su esposa, su padre, alias el Cabo, un monitor de boxeo y un amigo de este último.
Los forenses han explicado que los tres cuerpos, además de distintas heridas por armas de fuego, presentaban restos de óxido de calcio adheridos a los dientes. En el caso de la niña llegaron «hasta los pulmones», lo que significa que «como mínimo hizo una aspiración y respiró dentro de la fosa», según Rico.
Por tanto, la causa de su muerte fue una combinación de un proyectil que le dispararon «de frente o un poco hacia la derecha» y que recibió en la cabeza, por un lado, y también de la asfixia que le causó el óxido, que según Laborda «no es sosa cáustica sino cal», aunque los forenses no han determinado si esa sustancia fue vertida a la fosa o estaba en el cemento con que se rellenó el agujero.
Los adultos murieron como consecuencia de disparos con un arma de fuego. Uno en el caso del hombre, conocido como El Turco, que «no fue a quemarropa, sino a una cierta distancia, medio metro o metro y medio». Cinco en el caso Sandra, embarazada de tres meses, uno de ellos «a cañón tocante o a bocajarro», con lo que el arma «estaba tocando la cabeza», según Rico.
Todos menos la niña fueron maniatados y los tres también encajaron golpes por casi todo el cuerpo antes de morir, aunque intentaron defenderse.
Los forenses que asistieron a la extracción y levantamiento de los cadáveres han explicado que varias partes de los cuerpos estaban «pegados» al hormigón. De hecho, la extracción de la niña se efectuó «en tres partes» porque su cráneo y sus brazos estaban adheridos a la masa.
«El levantamiento tuvo unas características muy especiales a las que jamás me he enfrentado en treinta y cuatro años de carrera», explicaban Joaquín Lucena, jefe de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal y Forense de Sevilla. «Fue casi como una excavación arqueológica, a golpe de cepillo para no provocar un destrozo y perjudicar las autopsias», concluía.