El sábado por la mañana, el exmarido de Adela Corral Albarreal recibió una llamada de los agentes dándole la noticia que nunca hubiera querido escuchar. Esta auxiliar de enfermería jubilada, de 69 años, había sido asesinada en su domicilio en Santander. Fue estrangulada la madrugada del viernes por un indigente de 38 años.
Detrás de este macabro crimen se esconde la enfermedad mental que padecía Adela y que la llevaba a alojar gente de la calle en su casa. El pasado viernes, uno de estos vagabundos la ató a la cama y la estranguló después de golpearla. El hombre fue detenido y sigue en comisaría donde se niega a declarar.
Mientras, el exmarido y las dos hijas de la víctima están viviendo un auténtico calvario. Además de lo duro que resulta perder a un ser querido en estas circunstancias, siguen a la espera de recibir el cuerpo para darle sepultura: “Es un sinvivir”. Adela será enterrada en su localidad natal, en San Felices de la Buena (Cantabria).
Enfermedad mental
La triste historia de Adela se remonta a 1978, cuando entró a trabajar como auxiliar en el Hospital General de Asturias. Además de ser una excelente profesional, se convirtió en la defensora de los derechos de sus compañeros como representante sindical en CCOO. Se casó con el profesor Miguel Güemes y tuvo dos hijas.
Pero hace diez años le diagnosticaron una enfermedad mental, y hace tres años se separó y se trasladó desde Oviedo a Santander. Últimamente había adquirido la extraña costumbre de alojar a indigentes en su casa. En su entorno aseguran que “estaba mal y le daba por meter gente extraña y distintas personas.
La madrugada del viernes, un sintecho de 38 años ató a la mujer a su cama, la amordazó y la emprendió a golpes con ensañamiento. Acabó con su vida estrangulándola, aunque el detenido se niega a hablar y desconocen el motivo del crimen. A pesar de la dureza, es un suceso que sus familiares en cierto modo veían a venir.
Vivía con ella desde Nochebuena
La propia Adela tuvo tiempo de llamar a la policía para advertir de que estaba siendo objeto de una agresión. Pero cuando llegaron los agentes la encontraron atada de pies y manos, con golpes en la cabeza y sin apenas pulso. Los sanitarios trataron de reanimarla en vano, y certificaron su muerte instantes después.
El presunto autor del crimen, un hombre de Málaga de 38 años y con antecedentes, estaba en el mismo domicilio. Lo detuvieron y lo llevaron a dependencias policiales, donde se negó a declarar y está a la espera de pasar a disposición judicial. Por ahora, lo que se sabe es que vivía con la víctima desde la pasada Nochebuena.
El sábado por la mañana, los agentes llamaron al exmarido de Adela, que es profesor y en aquellos momentos estaba dando clase. Tras recibir la noticia abandonó el centro e informó de lo sucedido a sus dos hijas. Los tres se desplazaron hasta Santander, donde siguen a la espera de recibir el cuerpo de la fallecida.
Para no sentirse sola
Su hija María lamenta el triste final que ha tenido su madre y dice que recogía indigentes de la calle para no sentirse sola. Los vecinos explican que les daba cobijo a cambio de realizar algunas tareas. Pero se trataba de personas conflictivas y las peleas se convirtieron en algo frecuente que ahora ha acabado en tragedia.
Las hijas de la fallecida afirman que su madre “tenía una enfermedad mental y no recibía ayuda suficiente”. Creen que su muerte ha sido debida a un mal tratamiento del trastorno mental que padecía. Intentaron ingresarla en centros psiquiátricos varias veces, y curarle la adicción a meter gente extraña en casa.
“Tenía una enfermedad mental, y aunque iba al psiquiatra no recibía la ayuda suficiente ni asistencia”, explica su hija, “ni siquiera nosotros podíamos ayudarla”. Añade que es un problema de país, “porque no nos damos cuenta hasta que ya es demasiado tarde”. Ayer por la tarde, el forense concluyó la autopsia de Adela.
Una enfermera muy querida
Más allá de su enfermedad y de su triste final, los allegados de Adela prefieren recordarla como una enfermera que fue muy querida por todos. “Se involucraba muchísimo con los pacientes y era toda una luchadora sindical”, explica su hija. La tragedia ha causado una gran conmoción en el ámbito hospitalario de Oviedo.
Adela tenía que trasladarse a La Cadellada para estrenar el nuevo HUCA, pero sus problemas de salud se lo impidieron. Primero le diagnosticaron una retinosis pigmentaria, que produce una pérdida progresiva de la visión. Luego vino el mazazo del trastorno mental, que la llevó a vivir sola lejos de su familia.
A pesar de lo difícil que resultaba manejar la situación, su exmarido y sus hijas mantenían cierta relación regular con ella. Conocían también la extraña y peligrosa adicción de Adela a meter gente rara en casa. Siempre pensaron que podía ocurrir algo malo, pero aún así nunca pensaron en una tragedia como la que ha sucedido.