El 25 de septiembre de 2003 tenía que ser una tarde apacible para Carme Font, jefa de enfermería en la Clínica Girona. Tras acabar su turno de mañana se dirigió a su casa para atender una visita privada. Era el anzuelo de la macabra traición preparada fríamente por su amiga y compañera Consuelo.
Carme y Consuelo se conocían desde hacía veinte años y la enfermera no sospechó ni un instante de su amiga. Sin embargo, todo formaba parte de un maquiavélico plan. El objetivo era torturar a la mujer para que confesara, pero algo salió mal y acabaron matándola.
La policía detuvo a Consuelo y a su marido Jordi como sospechosos de la muerte de Carme. Más de un año después, la investigación ofrece pruebas sólidas que incriminan a la pareja. Sin embargo, la acusada ha roto su silencio para pedir salir en libertad provisional hasta que se celebre el juicio.
Deniegan su petición
La auxiliar de enfermería acusada del asesinato de una enfermera en Girona pide salir en liberad con cargos. El tribunal ha denegado la petición por el alto riesgo de que intente huir de la justicia. La mujer, de 57 años y origen colombiano, tendrá que permanecer en prisión hasta la celebración del juicio.
La respuesta de la Audiencia de Girona afirma que, aunque Consuelo no estuviera en el lugar del crimen, existen “indicios” que formó parte del plan. “Estos indicios permiten sostener que intervino en la decisión y elaboración de las actuaciones”, asegura el tribunal. También confirma la prisión preventiva para su pareja Jordi.
La justicia también tiene en cuenta que estando en prisión Consuelo vendió el piso familiar del barrio de Montjuïc. Por lo tanto, tiene recursos económicos suficientes para huir del país si sale de prisión. En el plan intervinieron también otras dos personas que siguen en prisión provisional a la espera de juicio.
Carme y Consuelo, dos vidas muy diferentes
Los hechos se remontan al 19 de agosto de 2020, cuando Consuelo envió un mensaje de WhatsApp a su jefa Carme: “Hola, le he dado el móvil a Montserrat para que te envíe a uno que quiere hacer algo de los piés, buen día”. La receptora era Carme Font, de 68 años.
Se habían conocido veinte años antes, cuando Carme ayudó a Consuelo a encontrar trabajo. La enfermera jefe era viuda y tenía una hija, aunque vivía sola. Contaba con una situación económica holgada, gracias a sus dos empleos y la gestión de propiedades inmobiliarias, y guardaba el dinero en cajas fuertes.
En cambio, Consuelo estaba agobiada por las deudas que tenía junto con su marido Jordi, transportista de profesión. La investigación confirmó que necesitaban dinero de forma urgente para solventar su situación. Ella sabía que Carme tenía dinero en cajas fuertes, en su casa, así que idearon un macabro plan.
Un plan fallido que acabó mal
El plan urdido por Consuelo y Jordi contaba con dos implicados más, Nicolás y Eugenio. Uno de ellos era el falso paciente que Carme recibió en la consulta privada de su casa aquella tarde. Otro irrumpió en el domicilio instantes después, y ambos salieron a la media hora con el cadáver de la enfermera en el suelo.
Pero el plan inicial no era matar a la víctima, sino torturarla para que señalase dónde estaba el dinero. Los cerebros del plan estuvieron maquinándolo durante un mes, pero algo falló en su ejecución. Y después de muchas semanas de investigación, los Mossos d’Esquadra consiguieron unir las piezas del rompecabezas.
El 25 de septiembre, Jordi trasladó a Eugenio y Nicolás hasta el bloque donde vivía Carme. Nicolás llamó a la puerta y accedió al interior haciéndose pasar por Carlos, el cliente que estaba esperando la víctima. Después entró Eugenio, y entonces se desató una violencia que acabó de la peor forma.
Largo historial delictivo
Eugenio y Nicolás golpearon a la enfermera en la sala de espera, donde se encontró un gran charco de sangre. Luego llevaron a la mujer a la habitación donde estaban las cajas fuertes, y siguieron torturándola para que diera la combinación. Todo fue en vano, y Carme guardó silencio hasta el final.
Viendo que no podían salirse con la suya ahorcaron a la víctima y huyeron con el mísero botín de tres anillos. Jordi les recogió y los devolvió al punto de partida, donde sus caminos se separaron nuevamente. Tiempo después se volverían a juntar, pero esta vez en la cárcel.
Los investigadores creen que Jordi fue el cerebro, ayudado por su mujer, y que Nicolás hizo de cebo. Nicolás había hecho de piloto de lanchas de narcotraficantes y también estaba ahogado por las deudas. Eugenio, por su lado, tenía una larga lista de antecedentes por delitos menores.
Qué dice la justicia
Según la investigación, "sin la intervención de la investigada no hubiera podido tener lugar este delito". La justicia afirma que los cuatro investigados "asumieron que se tendría que utilizar violencia" contra la víctima durante el robo. Y esto, "siendo previsible y asumida su muerte".
Según el auto, "resulta difícil excluir la violencia contundente, brutal, contra la víctima en la planificación de un robo, porque la posibilidad de llevarlo a cabo o de evitar el reconocimiento y la identificación de los autores eran muy escasas si continuaba con vida".
A partir de ahí imputa a Consuelo de los delitos del robo y la muerte violenta de la enfermera. Ahora, el juicio tendrá que despejar las dudas sobre el papel que jugó cada uno de los cuatro detenidos. Mientras, los investigadores siguen recabando pruebas para arrojar más luz.