Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las medidas de confinamiento han reducido las emisiones de muchos contaminantes y gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), pero la ralentización industrial debida a la pandemia de Covid-19 no ha contrarrestado los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero que producen el calentamiento global.
Aun así, las estimaciones preliminares indican una disminución de las emisiones anuales mundiales de entre el 4,2 y el 7,5% a escala mundial. Aunque parezca una cifra bastante destacable, es una reducción de las emisiones que en esa magnitud, no permitirá reducir la concentración de CO² atmosférico a nivel mundial.
El CO² sigue aumentando pese al confinamiento
El confinamiento no ha sido capaz de frenar las concentraciones de CO², que experimentaron un incremento repentino en 2019, y según se apunta en el Boletín de la OMM sobre los gases de efecto invernadero, el promedio mundial anual superó un importante umbral: 410 partes por millón (ppm). En 2020 el aumento ha continuado. Desde 1990 el forzamiento que ejerce un efecto de calentamiento del clima se ha incrementado en un 45 % a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración. 4/5 partes de ese aumento se deben al CO².
«El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante siglos y aún más tiempo en los océanos. La última vez que se registró en la Tierra una concentración de CO² comparable fue hace entre tres y cinco millones de años. La temperatura era entonces de 2 a 3 °C más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual, pero no había 7.700 millones de habitantes», dijo en un comunicado el Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas.
El Proyecto Carbono Global ha estimado que, durante el período con las restricciones más estrictas a la actividad, las emisiones diarias de CO² pueden haberse reducido en hasta un 17% a escala mundial debido al confinamiento de la población. Puesto que todavía no está clara la duración de las medidas de confinamiento ni su grado de rigor, toda predicción de la reducción total de las emisiones anuales a lo largo de 2020 es sumamente incierta. Esto significa que, a corto plazo, el impacto de las medidas de confinamiento aplicadas a raíz de la Covid-19 no puede diferenciarse de la variabilidad natural, según se apunta en el Boletín.
Crecimiento sin aturador
El Boletín de la OMM sobre los gases de efecto invernadero, uno de los informes más destacados de la Organización, presentado este 23 de noviembre, se proporciona información detallada sobre el estado atmosférico de los principales gases de efecto invernadero de larga duración: el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
Los gases de efecto invernadero de larga duración, fruto de las actividades humanas, el CO² es el que tiene una presencia más importante en la atmósfera, y es el responsable de aproximadamente dos tercios de las emisiones totales en el planeta Tierra. La concentración media anual de CO² a escala mundial era de aproximadamente 410,5 ppm en 2019, lo que supone un aumento de casi 3 ppm, respeto a los 407,9 ppm de 2018 y tras haber superado el umbral de las 400 ppm en 2015. El aumento en la concentración de CO² registrado entre 2018 y 2019 fue superior al observado entre 2017 y 2018 y también a la media del último decenio.
Así pues, la concentración de ese gas seguirá aumentando, aunque a un ritmo ligeramente menor. Se trata de valores compatibles con la variabilidad natural interanual de 1 ppm. Esto significa que, a corto plazo, el impacto de las medidas de confinamiento aplicadas a raíz de la Covid-19 no puede diferenciarse de la variabilidad natural, según se apunta en el Boletín.