Ministros que caen, partidos que desaparecen, fuerzas en declive que resucitan y espacios políticos en recomposición. Las elecciones del 4 de mayo en Madrid agitan el panorama político en España y van camino de marcar un antes y un después en la búsqueda de soluciones a los nuevos problemas atraviesa nuestro país. Pero, ¿cuál es esa España del futuro que está a punto de nacer ante nuestros ojos?
La política española está cambiando a una gran velocidad y su transformación se refleja en un extraño proceso que combina la reinvención de las viejas tendencias con la emulsión de las nuevas propuestas. Una especie de lucha entre el pasado y el futuro en la que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo batalla por emerger. Lo que Gramsci llamaba una revolución, una revolución del presente que en la España del siglo XXI tiene cita en Madrid, el 4-M.
1. La España de Aznar, o el pasado que vuelve
Todos los ojos están puestos en Isabel Díaz Ayuso, a la que todas las encuestas sitúan al borde de la mayoría absoluta. Su proyecto es el del pasado que vuelve, la España de José Martía Aznar actualizada a las necesidades del presente. Se trata del neoliberalismo de antaño con nuevas formas y nuevos métodos de ingeniería política.
Díaz Ayuso no hace otra cosa que exhibir los sueños más húmedos del aznarismo: bajada de impuestos, menos Estado y más mercado, recentralización de los recursos, menos peso de lo público, más empuje de lo privado. Su recuperación supone también la ruptura con el PP tecnocrático de Mariano Rajoy, que quizás tuvo una utilidad pragmático en un momento dado pero que se ha demostrado ineficaz en la batalla ideológica que presenta la izquierda.
Al rescate del nuevo PP han salido Pablo Casado, hijo de la FAES de José María Aznar, e Isabel Díaz Ayuso, hija política de Esperanza Aguirre. De ellos han heredado no solo la ideología, sino también la estrategia, que pasa por la legitimación a través del adversario. Por eso el PP de Casado y de Díaz Ayuso se construye no a partir de las propias propuestas, sino del riesgo de las propuestas del rival.
De ahí el «comunismo o libertad» de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Con esto quiere el nuevo PP ganar Madrid y empezar su carrera hacia la Moncloa, con la refundación neoconservadora del partido, insuflado por la altivez aznarista y la retórica guerrera que convierte el escenario político en un campo de batalla. Ideológica.
2. Más Madrid, o lo que está viniendo
En el otro extremo está Más Madrid, la proyección de nuevas inquietudes en camino que son a la vez la negación del pasado y la reconversión del proyecto de Podemos. El partido de Errejón representa una nueva clase social, la de los hijos de las clases medias y altas que reclaman una nueva forma de vida.
Una «burguesía roja» que ha aparcado la retórica del marxismo clásico para abrazar nuevas preocupaciones, desde el combate ecológico hasta la revolución urbana, el nuevo impulso de la globalización y el salto al vacío hacia la modernidad.
En Madrid, el partido ha sacado la bandera de la sanidad pública utilizando la pandemia como palanca de cambio para relanzar el sector público. Pero además, ha elaborado un complejo conglomerado de lugares comunes que van desde el cocido de la abuela hasta el aire urbanita y el impulso ecológico. Es el espíritu de esa progresía joven que desde la atalaya de los sectores profesionales y universitarios está abandonando los restaurantes de alto standing y los barrios exclusivos para volver a la autenticidad del Madrid central, con su ruidos, su mundo abierto, su multiculturalidad y su voracidad creativa.
El discurso de Más Madrid, que podría definirse como la nueva izquierda, es mucho más sofisticado que el de Podemos. Apela a las nuevas tecnologías y a los debates vanguardistas del cambio, a temas de candente actualidad que se discuten en los círculos intelectuales de la élite mundial, como el cambio climático o la jornada laboral de cuatro horas. Para ello renuncian al combate frontal contra la retórica visceral de Ayuso: no tienen las tablas, ni la energía suficiente para hacerlo, y no dudan en ceder este privilegio a Unidas Podemos, que ya tiene el cuerpo hecho a este tipo de política.
3. Podemos y el mito del antifascismo
Podemos vive un proceso similar, pero con sus particularidades. Más Madrid en un partido joven que intenta canalizar las nuevas necesidades de la juventud progresista. Podemos es un partido que ha envejecido antes de tiempo y que se ha dado de bruces con sus propias contradicciones. En el desesperado intento de recuperar su identidad, Podemos ha bajado de los ministerios a las calles de los barrios del sur para decir a las clases populares más castigadas que ellos no son la casta.
La estrategia de Podemos consiste en señalar con el dedo a una democracia imperfecta pero pasando de la crítica a la Transición y el proyecto constituyente a una retórica más obrera que tiene como fetiche al fascismo y a Vox. La fuga de la burguesía roja al Malasaña y a Lavapiés, y al proyecto de Más Madrid, ha dejado a Podemos en Vallekas y en Chamberí como bastión del antifascismo obrero contra la amenaza de la extrema derecha.
Vuelve así el mito del antifascismo, una retórica que llevaba tiempo en desuso y que Iglesias ha desempolvado con la colaboración inestimable de un Vox desatado. La diferencia entre los proyectos de Errejón e Iglesias es que el enemigo de Más Madrid es el neoliberalismo, mientras que el de Podemos es el franquismo. La España del futuro, la que nacerá del 4-M, definirá también el nuevo campo ideológico de la izquierda.
4. PSOE, o el futuro que no existe
Si el PP de Ayuso es la recuperación de un pasado que se fue, el PSOE es el salto hacia un futuro que no existe. Un optimismo desbordante que nace de las necesidades inmediatas de un Gobierno en apuros y un frío cálculo de probabilidades. Todos los pasos que está dando Pedro Sánchez, en febrero en Cataluña y en mayo en Madrid, están cocinados a fuego lento en el laboratorio de Presidencia, con Iván Redondo y Félix Bolaños.
Allí se fraguó la Operación Murcia que ha acabado en elecciones de resultado imprevisible. El tiempo, lo que queda de aquí hasta mayo, dará o quitará la razón a aquella arriesgada maniobra. Pero mientras, en Moncloa diseñan al milímetro los siguientes movimientos para aquilatar la legislatura y evitar sobresaltos. La elección de Ángel Gabilondo como candidato responde a esta voluntad de fortalecer y ampliar el espacio del socialismo moderado.
Más allá de los cálculos electorales del 4-M, el plan del PSOE en Madrid está condicionado por el plan de Sánchez en España. En la cabeza del presidente y de sus colaboradores más cercanos hay dibujado un plan ideal: el avance de la campaña de vacunación permitirá salir de la pandemia al mismo tiempo que los millones del fondo europeo pondrán en marcha la recuperación económica en España. Serán dos años complicados, pero en 2023 Pedro Sánchez se presentará a las elecciones como el presidente que derrotó una pandemia y la peor crisis económica que se recuerda en España.
El escenario de optimismo que está vendiendo el PSOE en Madrid es irreal, no existe, pero sirve para mantener vivo el plan de Pedro Sánchez en la Moncloa. Su estrategia sirve además para dar certidumbre en momentos de gran sufrimiento, una línea que están siguiendo también las principales organizaciones a nivel mundial y que supone la consolidación de los postulados del nuevo orden mundial: vacunas y recuperación.