La vacunación se ha convertido en la principal esperanza de la humanidad para vencer al coronavirus, la peor pandemia en décadas. Pero a veces la irresponsabilidad no tiene límites, y los errores humanos pueden poner en riesgo la estrategia de vacunación. Es lo que ha pasado en Kirguistán, con mil vacunas echadas a perder.
Según informa El Periódico, un centro de salud público del país asiático ha tenido que tirar a la basura cerca de mil dosis de la vacuna rusa. Las vacunas, que tienen que conservarse a una temperatura concreta, se han estropeado porque una persona ha desenchufado la nevera para poner a cargar el móvil.
Las dosis pertenecían a un lote de 20.000 unidades de la vacuna Sputnik-V. El caso es aún más llamativo porque las dosis habían sido entregadas como ayuda humanitaria a ese país. Kirguistán empezó a vacunar en marzo, y desde entonces la mayoría de dosis pinchadas son de la vacuna rusa y la vacuna china.
El caso ha desatado una tormenta política y el ministro de Sanidad ha tenido que intervenir: «Si la culpa es de uno de los empleados, de la señora de la limpieza o de otra persona, la clínica tendrá que responder económicamente». El ministro ha apuntado que podría tratarse de un empleado de mantenimiento que buscaba un enchufe para cargar el móvil.
Las autoridades han abierto una investigación para aclarar el origen del error, pero ya han advertido a la clínica que tendrá que pagar las dosis que se han tenido que tirar. Además de lo que supone económicamente, la pérdida de las dosis supone un drama sanitario porque decenas de personas se quedarán sin recibir la vacuna por culpa del fallo.
El país no gana por disgustos con sus autoridades, porque ya en el mes de abril el ministro había salido en televisión promocionando la raíz de una planta tóxica como supuesta cura milagrosa para el coronavirus. Se trata de extractos de raíz de acónito, una planta de montaña con unas toxinas mortales que sin embargo se utiliza como remedio medicinal. El político incluso llegó a tomar algunos sorbos ante las cámaras.
Kirguistán, país situado en el Asia Central, entre Rusia y China, se encuentra en estos momentos peleando contra la tercera ola. El país tiene una población de 6,5 millones de personas, y ha registrado 100.000 casos y 1.735 muertes.
Por qué las vacunas tienen que estar en la nevera
El frío es un elemento fundamental para la conservación de las vacunas: las condiciones de frío y luz permiten aumentar la eficacia de las vacunas y minimizar los efectos secundarios. Tienen que conservarse a bajas temperaturas y con poca luz. Para eso se utiliza la llamada cadena de frío, un sistema de transporte, almacenamiento y distribución de vacunas en las condiciones de temperatura recomendadas.
Cada vacuna contiene unos elementos determinados que exigen una temperatura concreta. En el caso de la vacuna de Pfizer, por ejemplo, tiene que conservarse a -70 grados, mientras que la de Moderna puede permanecer a -20 grados. En cuanto a la vacuna rusa, que es la que se ha echado a perder en Kirguistán, se recomienda tenerla a -18 grados.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) sigue sin autorizar la vacuna rusa, a pesar de que varios gobiernos la están pidiendo. La Sputnik-V utiliza el mismo método que las de AstraZeneca y Janssen, fabricadas a base de virus neutralizados. La ventaja de estas vacunas es que pueden conservarse a menos temperatura, en el refrigerador.
La particularidad de la vacuna rusa es que utiliza dos vectores diferentes que, en prinicpio, ofrecen una mayor protección. Otras vacunas como AstraZeneca y Johnson&Johnson ofrecen una menor protección, entre el 76% y el 85%, en comparación con Pfizer (95%) y Moderna (94%). Sobre la vacuna rusa se cierne la incógnita, porque a fecha de hoy no se han publicado los datos de efectividad.