Varias personas con mascarillas por la calle en Valencia

¿Por qué el coronavirus no ha desaparecido con el calor? Habla la ciencia

Los investigadores esperan que cuando haya más inmunidad mundial se convierta en un virus estacional

Varias personas con mascarillas por la calle en Valencia
El verano ha llegado y los rebrotes siguen creciendo en España | EFE

Durante mucho tiempo fue la gran esperanza para mantener al Coronavirus a raya mientras se aceleraba la carrera para encontrar la vacuna y se esperaba la llegada del otoño. Pero la idea de que el calor debilitaría al virus se desvaneció tan pronto como se levantaron las restricciones y empezaron a aparecer los rebrotes y, en algunos lugares, la segunda ola.

Los científicos se preguntan por qué el verano no ha debilitado al Coronavirus, y la respuesta está en la inmunidad: se trata de un virus nuevo que al circular por todo el mundo se encuentra personas sin resistencia que le permiten seguir expandiéndose.

Este factor ha derrotado a todos aquellos supuestos que llevaban a los expertos a intuir que en los meses de veranos, la epidemia bajaría. El principal es que el Covid-19 es una enfermedad respiratoria y, por lo tanto, sería una virus estacional como la gripe. La idea era que circulara menos durante el verano y se volviera a activar en otoño con una segunda oleada.

La explicación científica es que el virus está recubierto por una capa grasa externa que suele degradarse por las altas temperaturas. Además, los rayos ultravioletas suele matar muchos virus, y así lo haría también, presumiblemente, con este.

Pero la falta de inmunidad de la población es el factor clave que impulsa la propagación de nuevos virus como el SARS-CoV-2. Este factor se impone al factor climático. Cuando hay muchas personas susceptibles de contraer un nuevo virus, puede propagarse muy bien sin importar las condiciones climáticas.

Esta explicación también tiene una deriva. Y es que dentro de unos años, con el aumento de la inmunidad de la población, el Coronavirus sí podrá convertirse en una enfermedad estacional. Ahora, sin embargo, la baja inmunidad mundial juega a su favor. Así lo ha explicada a Gizmodo la investigadora Rachel Baker, autora de un estudio sobre la estacionalidad del Covid-19. 

Qué pasará en otoño

Otro dato de por qué el verano no ha acabado con el virus es el llamado efecto paradójico del verano: las temperaturas muy elevadas en lugares muy calurosos hacen que las personas permanezcan en casas o interiores con aire acondicionado, sin ventilación, circunstancias que hacen que las gotas de los virus permanezcan más tiempo. 

En general, la reapertura de bares, la relajación en la distancia física y la apertura de fronteras pueden ser factores más poderosos que las altas temperaturas del verano para luchar contra el virus. «Siempre que haya personas que se agrupen en interiores, sin medidas de distanciamiento social, deberíamos esperar que este virus se propague con facilidad», dice Baker.

Los científicos tienen ahora una gran preocupación: temen que a este nulo efecto del calor en el virus se sume la llegada del otoño y las bajas temperaturas, de tal manera que impulsan segundas olas de contagios. ¿Se equivocarán esta vez?