El 20 de junio de 2001, Arturo Castillo cometió un error que le costaría la vida: no accionó el sistema de seguridad de su chalet en Pozuelo de Alarcón (Madrid). Ese fue el escenario del macabro crimen perpetrado por el psicópata Pietro Arcan.
El delincuente moldavo dejó tras de sí un rastro de sangre y dolor. Antes de fugarse con las joyas de la familia dejó a la mujer de Arturo malherida y abusó sexualmente de una de las hijas del matrimonio. Más tarde sería capturado, juzgado y condenado.
Ahora, el crimen que conmocionó a la opinión pública española revive 20 años después. El chalet de 400 metros cuadrados de la calle Arquitectura ha sido ocupado por un conflictivo grupo. Tienen a los vecinos atemorizados por sus robos y sus fechorías.
La vida tranquila en la lujosa urbanización de Bellas Artes de Pozuelo de Alarcón se ha visto rota por la llegada de estos moradores. Además de las fiestas que se montan en el chalet, han cometido robos y amenazan continuamente a sus vecinos, que viven con temor.
Las llamadas a la Policía Nacional y la Policía Local son constantes. “Son los únicos que nos ayudan”, dice desesperada una de las vecinas”. La casa, muy deteriorada, sirve como escenario de fiestas con copas a cinco euros y desmadres de todo tipo.
A raíz de esos lamentables incidentes, los vecinos de Pozuelo de Alarcón han rememorado el crimen sucedido hace 20 años. Sobre él se hizo un pacto de silencio en la urbanización. Pero es inevitable que vuelvan a recordar aquel suceso fatal, y vuelvan a sentir miedo.
Pietro Arcan y el crimen de Arturo Castillo
Hace exactamente 20 años, a las 2 de la madrugada, Pietro Arcan subió hasta la habitación del matrimonio Castillo y mató a tiros a Arturo. También disparó a su mujer, que pudo esconderse debajo de la cama y llamar al 112 mientras agonizaba.
Pensando que la mujer estaba muerta, el delincuente agredió a sus hijas y las encerró en el lavabo. Luego robó todo lo que pudo y se escapó antes de que llegara la policía. Fue detenido poco después, en su huida, en una pasarela de la M-40 cerca del Hipercor.
Pietro Arcan era de origen Moldavo y había pasado su infancia de orfanato en orfanato. Esto le convirtió en un ser frío y agresivo. En 1994 llegó a España y se instaló en Coslada de forma ilegal. Antes de cometer el crimen, acumuló varios antecedentes por robo y lesiones.
Tras su detención por el crimen de Pozuelo fue condenado a 75 años de prisión. Nunca mostró arrepentimiento, y amenazó con nuevos crímenes. Mientras, la familia de la víctima se trasladó a otro lugar y vendió la casa a una empresa de restauración.
Pero el nuevo propietario nunca llegó a vivir en el chalé. Según los vecinos, contrató a un jardinero para el mantenimiento y la ofreció a algún familiar por un corto período de tiempo. Finalmente, el banco la embargó y ha acabado siendo objeto de deseo de los okupas.
Más problemas con los nuevos inquilinos
Los vecinos los describen como tres o cuatro personas de muy mal aspecto que hacían mucho ruido y montaban altercados. Están en pie de guerra contra ellos y les han quitado la luz y el agua para que se vayan. Pero ahí siguen, atemorizando al vecindario.
Un testigo explica que “entran de noche en nuestras casas a llenar bidones de agua”. Ante el miedo a nuevos robos con violencia, muchos han instalado una alarma perimetral. Otros directamente han rechazado irse de vacaciones y dejar su casa sola.
Los afectados se quejan también de la suciedad que acumulan los okupas y que atrae a las cucarachas. Las plagas y los malos olores se han acumulado en el vecindario. Por si fuera poco, acumulan bombonas de gas en la puerta con el riesgo que esto supone.
Lo más inquietante es que en las últimas semanas han llegado coches de lujos conducidos por matones. Llevan bolsas que podrían estar llenas de drogas. Hace poco robaron a una joven y el delincuente se metió en el chalé okupado, donde fue detenido por la policía.
El chalé, conocido como “la iglesia” por su techo puntiagudo, sigue siendo una casa maldita. 20 años después del baño de sangre, los delincuentes han vuelto a él para perpetrar sus fechorías. Los vecinos rememoran ahora aquel día fatídico con un protagonista siniestro: Pietro Arcan.