En los últimos días, la provincia de Granada ha sufrido más de cincuenta movimientos de tierra de diversas magnitudes. Las fallas convierten a esta zona en el área de mayor peligrosidad sísmica de España.
La catedrática de Geodinámica de la Universidad de Granda, Ana Crespo-Blanc, analiza otras fallas que podrían generar grandes seísmos en Andalucía. Entre ellas llama especialmente la atención el oeste de la región.
Según esta experta, existe un gran conjunto de fallas que delimitan la parte izquierda de la Península Ibérica y que se expanden incluso dentro del océano Atlántico.
Estas fallas, precisamente, fueron las responsables del gran seísmo que arrasó gran parte de Portugal y dejó decenas de víctimas mortales en Huelva en 1755.
Para esta catedrática, las fallas más significativas de Andalucía se encuentran ubicadas en la zona de Granada, en la Sierra de Cazorla, Jaén, y en el área de Carboneras, Almería.
Sin embargo, lo que representa un mayor peligro de forma potencial es el conjunto de fallas localizado al sur de Portugal, que colindan con la zona de Huelva.
El gran tamaño de las fallas de esta área podría generar un temblor que podría derivar en otro tsunami.
«Si lo que plantean los expertos» sobre un posible terremoto en el Atlántico ocurre, «estaremos ante una de las mayores catástrofes de la historia: un tsunami con olas de entre cinco y quince metros que en apenas un cuarto de hora llegaría a las costas ibéricas», aseguran más de una decena de científicos en el documental ‘La Gran Ola’.
En relación con esta cuestión, Ana Crespo-Blanc tiene claro que «nadie puede descartar un tsunami en Andalucía como aquel de Lisboa».
De hecho, teniendo en cuenta las fallas, esta experta considera que «podría volver a pasar» y que la zona de Andalucía también podría verse afectada.
«Las fallas de la zona son importantes y, de hecho, se estima que el terremoto de 1755 llegó casi a una magnitud 9 en la escala Richter, al estilo de los que hemos visto en los últimos años en Japón», explica la catedrática de Geodinámica de la Universidad de Granda .
«El ser humano se ha acostumbrado a asentarse junto a ríos y mares, y en esas zonas el peligro de catástrofe natural siempre está presente», señala Ana Crespo-Blanc.
A pesar de todo, esta experta defiende que «no debemos vivir con miedo», ya que es muy complicado prever cuándo van a ocurrir estos fenómenos. De hecho, «terremotos de tal magnitud hay uno cada trescientos o cuatrocientos años», subraya.
Teniendo en cuenta lo anterior, Crespo-Blanc señala la necesidad de «insistir en la prevención y en la educación», evitar «asentamientos en zonas peligrosas» y «cumplir la normativa de seguridad en materia de construcción» antes que aventurarse a adivinar cuándo tendrá lugar un seísmo.
¿Qué ocurrió exactamente en Lisboa?
La magnitud del seísmo, según estimaciones actuales, se sitúa en alrededor del 8,4. El 1 de noviembre de 1755 este movimiento de tierras, que duró varios minutos, estuvo acompañado de un tsunami y causó entre 60.000 y 100.000 bajas.
Las crónicas de la época aseguran que el temblor se sintió incluso en Madrid y que, además de en la capital lusa, hubo también víctimas mortales en otras zonas de Portugal y Andalucía.
Pero no solo eso. Este seísmo provocó un gran incendio, debido en gran medida a las velas caídas en los lugares de culto de la época.
Según las crónicas de esa época, el mar se retrajo a gran velocidad por el enorme temblor de la tierra y el agua regresó en forma de olas de grandes dimensiones que llegaron a invadir buena parte de las ciudades de la costa peninsular.
En Huelva se calcula que alrededor de 1.000 personas perdieron la vida con el maremoto, además de hundir una gran flota pesquera.