Los enfermos de Covid persistente llevan muchos meses aguantando como pueden los síntomas del virus y la intranquilidad de no saber si algún día estarán completamente libres de ellos. Este tipo de enfermos ven con algo de optimismo la creación de unidades específicas para este tipo de personas con la de los hospitales Germans Trias i Pujol y Bellvitge, pero son sabedoras que todavía queda mucho por investigar para dar con una solución a sus problemas crónicos derivados del Covid-19.
Una enferma de Covid persistente ha escrito una carta en el diario 'La Vanguardia', donde narra en primera persona que lleva ocho meses luchando contra los síntomas del coronavirus. Un llamamiento a todo el mundo para que este colectivo no sea olvidado con el paso del tiempo.
La carta comienza haciendo un llamamiento a este colectivo olvidado: «Soy una Covid persistente, una de las muchas personas que contrajimos la Covid-19 durante la primera ola de la pandemia, a mediados de marzo. Las abandonadas. Ocho meses después aún sufro síntomas persistentes, aún arrastramos síntomas persistentes que incapacitan nuestro día a día, las relaciones sociales y la actividad laboral. La vida. Hace ocho meses que lucho para curarme. Luchamos para curarnos, para volver a ser las personas que éramos antes de caer enfermas. Sin síntomas ni secuelas».
«La incertidumbre es la piedra más puntiaguda de este largo camino de la enfermedad»
«A principios de marzo, como muchos de los Covid persistentes de la primera ola, era una persona sana, sin patologías previas y con toda una vida por delante. Hablo de mí, de ti, de ellos, de un vosotros y de un ellos. El nosotros, lo hemos construido día a día desde mediados de mayo, cuando nos agrupamos y empezamos a cooperar con otras comunidades como Madrid, Andalucía, Euskal Herria y València, donde también había casos como los nuestros. Hemos construido una red colaborativa que nos ayuda a visibilizarnos ¡A cuidarnos!», relata la enferma de Covid persistente cómo están cooperando este tipo de enfermos.
«Nuestro recorrido no es más doloroso que el de los enfermos de la Covid-19 que han tenido que ser ingresados o intubados o que han pasado mucho tiempo en la UCI. Seguro que no lo es. Pero, posiblemente, la incertidumbre es la piedra más puntiaguda de este largo camino de la enfermedad».
«Hace muchos meses que arrastramos sintomatología compatible con el maldito virus, mayoritariamente sin ninguna patología grave a priori, pero con el inconveniente de que nadie sabe decirnos qué nos pasa y cuándo podremos recuperar la salud que teníamos antes de la Covid-19. Sin ciclos de recaídas, sin febrícula, sin ninguno de los síntomas que nos despiertan cada mañana. Necesitamos fortaleza y valentía en dosis muy altas, para no dejarnos arrastrar por el desánimo en la (re)caída. Somos las resilientes que no nos detenemos, aunque seguimos enfermas», continúa la carta.
«Estamos ante un débil sistema sanitario que no estaba preparado para la pandemia»
«Vivimos en una montaña rusa cíclica, en un proyecto de vida que hemos tenido que reaprender: cambiar la alimentación, gestionar la energía que consumimos, adaptarnos, mientras los síntomas no se van, a vivir el día a día como un carpe diem permanente. Las recaídas siempre vuelven sin avisar y no las podemos predecir. Son inciertas e inesperadas como una granizada de verano y no te puedes preparar para sostenerlas», confiesa la enferma.
«Nuestro afán es pedir que se cambien los protocolos rígidos e inflexibles que el Departament de Salut implementó en los Centros de Atención Primaria y los hospitales de nuestro país al principio de la pandemia. A las personas con sintomatología leve o moderada se nos pidió que nos quedáramos en casa, porque no había suficientes camas en las Unidades de Cuidados Intensivos, no tenían pruebas PCR para toda la población y las pocas pruebas que había eran para las personas graves o para el personal sanitario. Estábamos ante un débil sistema sanitario que no estaba preparado para afrontar la pandemia con todas las herramientas necesarias. Y nos corresponsabilizamos», critica la autora del texto al sistema sanitario.
La lucha de los enfermos contra aquellos médicos que «no nos quieren escuchar»
«Luchamos contra aquellos profesionales médicos que no nos quieren escuchar, que creen que tenemos problemas de ansiedad o de depresión y que no entienden que, los síntomas persistentes, siguen viviendo en nuestro cuerpo durante mucho tiempo», prosigue.
En esta carta anónima, se denuncia la exclusión que están sufriendo esta clase de enfermos de Covid: «Nos sentimos abandonadas por la sanidad pública en la primera ola de la pandemia porque éramos pacientes leves o moderados y se pensaba que podríamos vencer el virus en casa. Ahora, después de ocho meses, pretenden excluirnos con la excusa de que no tenemos pruebas científicas PCR o serológicas positivas cuando los estudios publicados en todo el mundo ponen en tela de juicio las pruebas y su tempo en la realización. Aún tenemos que lidiar con muchos médicos y médicas incluso cuando la clínica de la enfermedad es de una evidencia irrefutable».
El agradecimiento final de la enferma de Covid persistente
«Lo que sí sé como Covid persistente es que, la mejor medicina mientras no haya investigación específica sobre la Covid de larga duración, pasa por la honestidad, la empatía, la escucha activa y el respeto. Sin el apoyo incondicional de la familia y de los amigos, el infierno habría sido devastador. Sembradas de dudas, de dolores, de ahogos, de febrícula continuada, sin nuestra red de apoyo, los Covid persistentes no hubiéramos podido resistir. Gracias a todas las redes de apoyo, continuad cuidándonos porque seguimos enfermas. Os necesitamos», continúa la autora de la carta.
«Os agradezco que nos leáis y que compartáis esta carta. El nosotros lo tenemos; es un colectivo de 1.200 personas en Catalunya; ahora nos falta la difusión que haréis vosotros, un vosotros lleno de complicidad. Seguimos enfermas, pero firmes; seguimos para curarnos», finaliza el texto.
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